Los incendios forestales en nuestro país se deben principalmente a condiciones naturales climáticas y topográficas que son acentuadas por la época de secas en climas áridos y semiáridos. Sin embargo, son fenómenos complejos porque interactúan con factores socioeconómicos, culturales y políticos que dificultan la caracterización del peligro que representan, así como la prevención y minimización de sus daños. En México representan el fenómeno perturbador que más daño causa a los ecosistemas (Sánchez, 1989), por lo que es fundamental contar con mapas de peligro y de riesgo para establecer estrategias de control y prevención de incendios forestales. Del Centro Nacional de Incendios Forestales de CONAFOR, se obtuvieron las series anuales de los incendios forestales entre 2010 y 2017 a nivel nacional, las cuales contienen registros con suficiente cantidad de información sobre el tipo, daño, ecosistema e intensidad de los incendios así como su georreferencia, entre otros.
Para el Valle de México se obtuvo un total de 9,340 registros, desafortunadamente menos del 60% de ellos tuvo una georreferencia válida (5,335 registros), los cuales fueron graficados en el siguiente mapa de acuerdo con el mes de ocurrencia. Como era de esperarse, la mayoría de los incendios se dan en las zonas boscosas del sur y poniente de la Zona Metropolitana del Valle de México, muchos de ellos se dieron en áreas naturales protegidas y suelos de conservación de la Ciudad de México. También es claro que la mayoría de los incendios sucede en la época de secas entre enero y mayo, como se muestra en la siguiente gráfica y mapa.
Fuente: elaboración propia con datos de CONAFOR, 2017.
Fuente: elaboración propia con datos de CONAFOR, 2017 y CONABIO, 2019.
Muñoz et. al (2005), desarrolló el módelo Índice de Peligro de Incendios Forestales (IPIF) para un ejido al sur de Nuevo León, integra variables socioeconómicas en su modelo espacial, tales como valor comercial del aprovechamiento forestal, cercanía a vías de comunicación y poblaciones (a mayor cercanía mayor peligro), que evalúan indirectamente el comportamiento humano. Incluye también variables meteorológicas (temperatura máxima y precipitación pluvial), topográficas (altitud y pendiente como expresiones de la variación de temperatura y humedad respectivamente), y la masa forestal para cuantificar los combustibles forestales según el tipo de vegetación presente.
El componente meteorológico recibió el 61% del peso por determinar las condiciones de humedad, el componente de los combustibles forestales tuvo un peso de 26% y el componente socioeconómico tuvo un peso de 12% debido a la baja densidad de población. El resultado final fue un mapa (que se presenta abajo) con una escala de colores de cinco categorías que señala la distribución espacial del peligro de incendios para el mes de abril, útil para las autoridades de protección civil.
Fuente: Muñoz, 2005.
CONAFOR (2017). Centro Nacional de Incendios Forestales. México.
CONABIO (2019). Sistema Nacional sobre Información de Biodiversidad CONABIO. México.
Muñoz Robles, C. A., et al. (2005). Desarrollo de un modelo espacial para la evaluación del peligro de incendios forestales en la Sierra Madre Oriental de México. Investigaciones geográficas, (56), pp. 101-117.
Sánchez, J. (1989). Los incendios forestales y las prioridades de investigación en México. Congreso Forestal Mexicano, tomo II, México, pp. 719-723.
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