Hace muchos años tenemos una perrita en la familia, llamada Sally. Cuando estaba en mi último año del colegio, mi mamá decidio que sally iba a tener perritos, algunos eran para vender y otros para regalar, no pensabamos dejarnos ninguno porque solo queríamos quedarnos con sally, cuando mi mama me contó yo le dije que no estaba de acuerdo porque siempre he pensado que es mejor salvar perritos de la calle que necesitan un hogar, pero ella no tomo en cuenta mi opinión y pues pasé molesta un tiempo. Pasó el tiempo y cuando nacieron los perritos yo no pude evitar estar feliz de ver ese montón de cachorritos tan pequeñitos, cuando los estaba conociendo me enamoré perdidamente de uno que era muy diferente a los demás, el tenía una mirada que parecía de humano, tenía la piel muy arrugada en comparación a los demas y era el mas lentito de todos además, después de un tiempo decidí dejarlo en casa, lo llamé Marley. Desde entonces no puedo explicar lo feliz que me ha hecho hasta el momento, yo soy la persona a quien prefiere siempre aunque la mayoría del tiempo estoy lejos de el, pero cada vez que visito mi casa, parece que no se cambia por nadie por tanta emoción. Cuando estoy en mi casa anda detras de mi todo el tiempo, duerme conmigo y es el perro mas chineado, cuando lo regaño corre a donde yo estoy y se sienta encima de mi hasta que lo acaricie, cuando lo empiezo a acariciar se acuesta y levanta la patita para que le haga cosquillas, además sabe abrazar. Puedo decir que una de las cosas que mas me ha llenado la vida fue cuando Marley nació, porque es el amor mas sincero que me han regalado sin pedir nunca nada a cambio, yo lo amo y prefiero invertirle mi tiempo antes que a muchas personas y cosas, en cualquier circunstancia esta felíz de verme y siempre se siente agradecido conmigo, es la cosa mas dulce que existe para mi.