El diccionario de la Real Academia Española define la integridad como, “La total o amplia gama de aptitudes poseídas por una persona y la capacidad del ser humano para decidir sobre su comportamiento por sí mismo”.
Es ser quien la persona es esté donde esté, con quien esté y bajo qué circunstancia se encuentre. Actualmente es muy difícil encontrar a gente en la que se pueda confiar; hay muchos que proclaman su propia bondad, pero en realidad sus actos los contradicen.
Cada día de nuestras vidas nos enfrentamos a tomar todo tipo de decisiones. Algunas nos beneficiarán, pero muchas otras serán perjudiciales, algunas serán tomadas entre lo que queremos hacer y otras entre lo que debemos hacer.
La integridad se manifiesta empezando por las pequeñas cosas, tomando decisiones de acuerdo a lo que realmente somos y no lo que aparentamos ser y es ahí donde justo quería llegar con mi experiencia de vida, mi integridad como persona: hace pocos meses me encontraba habiendo una práctica laboral en una empresa de la cual como dice el dicho ojos que no ven corazón que no siente y lamentablemente tope con la desafortunada sorpresa de ver a animales totalmente salvajes extraídos de su hábitat, pero lo más difícil fue ver que una Danta está enferma y la domesticaron inclusive hasta alimento de caballo consume, como sabrán me hice mil preguntas al respeto y lo único que escuchaba era que me tenía que acoplar a la situación porque si no no era parte del equipo de trabajo, y la decisión fue difícil porque realmente si necesitaba el trabajo pero en base a mis principios primero como persona y luego como futura Biologa puede tomar la mejor decisión, no aceptar tal cosa que iba en contra de mis valores y no era integro para mi. La integridad nos hace andar confiados: no hay temor del qué dirán o me descubrirán. La integridad nos hace habitar en la presencia de Dios y nos impide resbalar. Salmos 15:1-5,