Canción de Manu Chao: Me llaman calle

Letras

Me llaman calle, pisando baldosa
La revoltosa y tan perdida
Me llaman calle
Calle de noche, calle de día

Me llaman calle
Hoy tan cansada, hoy tan vacía
Como maquinita por la gran ciudad

Me llaman calle
Me subo a tu coche
Me llaman calle de malegría
Calle dolida, calle cansada de tanto amar

Voy calle abajo, voy calle arriba
No me rebajo ni por la vida
Me llaman calle y ese es mi orgullo
Yo sé que un día llegará

Yo sé que un día vendrá mi suerte
Un día me vendrá a buscar
A la salida, un hombre bueno
Pa’ to’ la vida y sin pagar
Mi corazón no es de alquilar

Me llaman calle, me llaman calle
Calle sufrida, calle tristeza de tanto amar
Me llaman calle, calle más calle

Me llaman calle, la sin futuro
Me llaman calle, la sin salida
Me llaman calle, calle más calle
La que mujeres de la vida
Suben pa’bajo, bajan pa’rriba
Como maquinita por la gran ciudad

Me llaman calle, me llaman calle
Calle sufrida, calle tristeza de tanto amar
Me llaman calle, calle más calle

Me llaman siempre y a cualquier hora
Me llaman guapa, siempre a deshora
Me llaman puta, también princesa
Me llaman calle, es mi nobleza

Me llaman calle, calle sufrida
Calle perdida de tanto amar
Me llaman calle, me llaman calle
Calle sufrida, calle tristeza de tanto amar

A la Puri, a la Carmen, Carolina, Viviana
Pereyra, Masa, Marga, Baby
Marcela, Jenny, Tatiana, Rudy, Mónica
María, María

Me llaman calle, (Carolina) me llaman calle
Calle sufrida, calle tristeza de tanto amar
Me llaman calle, (Carolina) me llaman calle
Calle sufrida, calle tristeza de tanto amar (A la Puri)

Me llaman calle, (Carolina) me llaman calle
Calle sufrida, calle tristeza de tanto amar
Me llaman calle, me llaman calle
Calle sufrida, calle tristeza de tanto amar

Fuente: Musixmatch

Autores de la canción: Jose Manuel Chao

Letra de Me llaman calle © Radio Bemba

Comentarios críticos

La canción Me llaman calle, de Manu Chao, aborda de forma explícita la realidad de la prostitución ejercida en la vía pública. En el contexto español, la expresión “hacer la calle” se utiliza de manera coloquial para referirse al ejercicio del trabajo sexual en espacios urbanos, lo que sitúa desde el inicio la canción en un marco social concreto y reconocible.

“Me llaman calle, pisando baldosa”

La palabra calle funciona aquí como una identidad impuesta. No se nombra a la persona por su nombre, sino por el espacio que ocupa. La baldosa simboliza el suelo urbano, el territorio físico donde se desarrolla esta actividad y que, a la vez, actúa como frontera entre la vida privada y la exposición pública.

“La revoltosa y tan perdida”

Estos versos aluden a una imagen ambivalente: por un lado, el carácter indómito o transgresor que socialmente se atribuye a quienes viven fuera de la norma; por otro, la idea de desorientación vital. La “pérdida” no es solo espacial, sino también existencial, asociada a trayectorias vitales marcadas por la precariedad.

“Calle de noche, calle de día”

La reiteración subraya la continuidad temporal del trabajo sexual. No hay una separación clara entre jornada laboral y descanso: la disponibilidad es constante, adaptada a distintos públicos y horarios, lo que refuerza la idea de desgaste físico y emocional.

“Hoy tan cansada, hoy tan vacía”

Aquí emerge con fuerza el agotamiento. El cansancio es corporal, pero la vaciedad apunta a una dimensión más profunda: la sensación de que esta actividad no aporta sentido vital, sino que consume afectivamente a quien la ejerce.

“Como maquinita por la gran ciudad”

La metáfora mecánica convierte a la persona en una pieza más del engranaje urbano. La ciudad aparece como una máquina que absorbe y utiliza cuerpos de forma repetitiva, despersonalizada y funcional.

“Me subo a tu coche”

El coche simboliza una de las formas tradicionales del ejercicio de la prostitución callejera en España. Espacios como la Casa de Campo en Madrid o determinadas zonas urbanas de Barcelona han hecho del automóvil un lugar de transacción y de intimidad improvisada, reforzando la precariedad del entorno.

“Me llaman calle de malegría”

El neologismo malegría combina mal y alegría, expresando una felicidad impostada, forzada por la necesidad económica. La alegría aparece como una máscara que oculta una experiencia marcada por la dureza.

“Calle dolida, calle cansada de tanto amar”

El amor se presenta aquí como algo mercantilizado. El dolor no proviene del amor en sí, sino de su uso reiterado como mercancía, lo que genera hartazgo y desgaste emocional.

“Voy calle abajo, voy calle arriba”

Este movimiento constante alude tanto a la búsqueda de clientes como a una estrategia de supervivencia frente al control policial. Caminar evita el estatismo y permite mimetizarse con el flujo urbano.

“No me rebajo ni por la vida / Me llaman calle y ese es mi orgullo”

Aparece un elemento clave: la dignidad. Pese al estigma social, la voz lírica reivindica el orgullo de quien trabaja para sobrevivir. En la cultura popular española, la idea de “trabajar con honra” aparece incluso asociada a oficios históricamente marginados.

“Yo sé que un día llegará…”

Estos versos introducen la esperanza. La expectativa de un futuro distinto se articula como una salida simbólica: alguien que llega “a la salida”, cuando termina la jornada, y que representa una vida no mediada por el dinero.

“Mi corazón no es de alquilar”

Se establece una separación clara entre cuerpo y afectividad. El cuerpo puede alquilarse, pero el corazón permanece fuera del mercado. Esta distinción refuerza la idea de que la mercantilización no alcanza a la totalidad del ser.

El estribillo: repetición y estigmatización

La reiteración constante de me llaman calle reproduce el mecanismo social del etiquetado. La identidad queda reducida a una palabra cargada de connotaciones negativas: sufrimiento, tristeza, ausencia de futuro y falta de salida.

“Me llaman guapa… me llaman puta, también princesa”

La oscilación entre halago y desprecio refleja relaciones de poder asimétricas. El lenguaje del cliente alterna la seducción interesada con la humillación, evidenciando una violencia simbólica que acompaña al intercambio económico.

“Me llaman calle, es mi nobleza”

La nobleza aparece resignificada: aceptar la propia condición no implica sumisión, sino una forma de resistencia silenciosa y de autoafirmación.

Los nombres propios

La enumeración final —Puri, Carmen, Carolina, Viviana, María— rompe con el anonimato. Nombrar es humanizar. La canción deja de hablar de “la calle” como abstracción y devuelve rostro, historia y singularidad a las mujeres que la habitan.

Cuando el estribillo incorpora nombres propios, se produce un desplazamiento clave: la calle ya no es solo un lugar o un estigma, sino una persona concreta. Carolina no es calle; la llaman calle.

Me llaman calle — Critical Commentary (English)

Manu Chao’s song Me llaman calle addresses the lived reality of street prostitution through a first-person lyrical voice that oscillates between exhaustion, dignity, and silent resistance. The analysis below quotes the original Spanish lyrics and offers an interpretative commentary in English.


“Me llaman calle, pisando baldosa”

The term calle (“street”) functions as an imposed identity rather than a self-chosen name. The speaker is defined not by who she is, but by the space she occupies. The image of pisando baldosa evokes the physicality of urban ground, emphasizing constant exposure and grounding the subject firmly in public space. The street becomes both workplace and identity.


“La revoltosa y tan perdida”

These lines suggest an ambivalent social image. Revoltosa points to the transgressive label often imposed on those who live outside normative structures, while perdida conveys not only spatial disorientation but existential loss. The subject appears caught between defiance and vulnerability.


“Calle de noche, calle de día”

Repetition underscores temporal continuity. There is no clear division between night and day, work and rest. Availability becomes permanent, reinforcing the idea of physical and emotional exhaustion. Time itself seems absorbed by the logic of survival.


“Hoy tan cansada, hoy tan vacía”

Fatigue is presented on two levels: bodily (cansada) and emotional (vacía). The emptiness points beyond physical tiredness toward a deeper sense of depletion, suggesting that this labor drains not only energy but meaning.


“Como maquinita por la gran ciudad”

The mechanical metaphor reduces the subject to an automated function within the urban system. The city appears as a vast machine that consumes bodies repetitively and impersonally. Individuality is eroded in favor of pure functionality.


“Me subo a tu coche”

The car symbolizes a transient and precarious space of transaction. It is neither fully public nor private, reflecting the unstable conditions under which street prostitution operates. Intimacy becomes mobile, temporary, and instrumental.


“Me llaman calle de malegría”

The neologism malegría—a fusion of mal (bad) and alegría (joy)—expresses forced cheerfulness. Happiness here is performative, a mask required by economic necessity. Joy becomes another form of labor.


“Calle dolida, calle cansada de tanto amar”

Love is portrayed as commodified repetition. The pain does not arise from love itself, but from its constant instrumentalization. Emotional fatigue emerges as a consequence of turning intimacy into merchandise.


“Voy calle abajo, voy calle arriba”

This restless movement suggests both the search for clients and a strategy of survival within the city. Constant motion prevents visibility and stagnation, allowing the subject to dissolve into the urban flow.


“No me rebajo ni por la vida / Me llaman calle y ese es mi orgullo”

Here the song introduces a crucial element: dignity. Despite stigma, the lyrical voice asserts pride in survival. This is not romanticization, but resistance—an affirmation of self-worth in a context that systematically denies it.


“Yo sé que un día llegará…”

Hope enters tentatively. The anticipated arrival of someone “a la salida,” when the workday ends, symbolizes the possibility of a life not governed by economic exchange. It is a fragile but necessary horizon.


“Mi corazón no es de alquilar”

A clear boundary is drawn between body and affectivity. While the body may be rented, the heart remains outside the market. This distinction preserves an inner space of autonomy that resists total commodification.


Repetition and labeling

The recurring line “Me llaman calle” reproduces the social mechanism of labeling. Identity is reduced to a word heavy with stigma—sadness, marginality, lack of escape. The repetition mirrors the inescapability of this imposed name.


“Me llaman guapa, me llaman puta, también princesa”

The oscillation between praise and insult reflects asymmetric power relations. Language becomes a tool of domination, alternating seduction and humiliation. Symbolic violence accompanies the economic transaction.


“Me llaman calle, es mi nobleza”

Nobility is resignified. Accepting one’s condition does not imply submission, but a quiet form of resistance. Dignity is reclaimed precisely where society denies it.


Proper names

The final enumeration—Puri, Carmen, Carolina, Viviana, María—breaks anonymity. Naming becomes an act of humanization. The song shifts from abstraction to singularity: these are not “the street,” but people who are called calle.

The closing effect is decisive: the street is not who they are—it is what they are called.