Se buscará comprender como la división del trabajo sexual sigue siendo un determinate para la selección de profesion y como está reproduce violencias simbólicas y un silenciamiento sistemático a las mujeres dentro de los espacios de formación.
Simone de Beauvoir, fue una de las grandes intelectuales francesas que durante el siglo XX exploró las ideas del género, la política y la filosofía. En 1949 publica su obra magna el Segundo sexo, donde explora la idea de la construcción social de lo que debe ser la mujer, y como está fuertemente determinada por las instituciones sociales. “No se nace mujer, se llega a serlo” ( Beauvoir, Simone. 2022, 202). En el libro ella hace una vuelta a las ideas expuestas por Federico Engels en su texto “El ORIGEN DE LA FAMILIA, LA PROPIEDAD PRIVADA Y ESTADO” donde expone el papel crucial de la división del trabajo sexual en las formas de producción precapitalistas donde a partir de las diferencias biológicas en el cuerpo masculino y femenino se impuso la necesidad de que la mujer sea aquella que hace los labores del cuidado mientras que el hombre sale y hace trabajos técnicos o de fuerza, en el texto Simone de Beauvoir denominara este acontecimiento como la primera gran derrota femenina que ha permanecido así hasta la actualidad, puesto que las profesiones de cuidado son más demandas por las mujeres que por los hombres.
Estas ideas dialogan estrechamente con los planteamientos de Silvia Federici en Calibán y la bruja (2004), donde la autora propone una crítica contundente a ciertos vacíos del materialismo histórico de Marx. Federici sostiene que, aunque Marx ofrece una explicación sólida sobre la acumulación capitalista y la explotación del trabajo asalariado, pasa por alto el papel central del trabajo reproductivo en el sostenimiento del sistema. Su crítica apunta a que el marxismo clásico, al centrarse en la producción industrial, terminó relegando a la invisibilidad las labores realizadas dentro de la esfera doméstica, especialmente aquellas históricamente asignadas a las mujeres.
Federici subraya que estas tareas como el cuidado, la crianza, el trabajo doméstico, la reproducción emocional y afectiva no sólo garantizan la supervivencia cotidiana, sino que producen y reproducen la fuerza de trabajo necesaria para el funcionamiento del capitalismo. Sin embargo, el sistema las ha naturalizado hasta considerarlas “no trabajo”, es decir, actividades que las mujeres realizan por amor, obligación o supuesta predisposición biológica. En palabras de la propia autora: “El trabajo doméstico, el trabajo de cuidados, el trabajo sexual, el trabajo emocional, todo ese trabajo que hace posible la vida y que reproduce la fuerza de trabajo, ha sido históricamente naturalizado, considerado como un ‘no trabajo’, como algo que las mujeres hacen por amor o por obligación” (Federici, 2004). Al adentrarse dentro del campo educativo, vemos cómo las dinámicas de invisibilización del trabajo femineno han sido no solo institucionalizadas, sino también reproducidas en menor acceso a carreras no relacionadas a labores del cuidado, naturalizando así la brecha de género, que ya no se puede ver sólo como una problemática, sino también como una forma de la violencia simbólica, que no necesita coerción física para determinar lógicas dentro de la educación.
Bourdieu nos explica que la escuela es el primer espacio para la reproducción de violencias simbólicas, determinando no solo lo que se aprende, sino también quién tiene acceso. La universidad Javeriana nos ofrece un ejemplo magistral de cómo la división sexual del trabajo determina el acceso de mujeresa carreras no relacionadas con el cuidado, destacando como “La masculinización de los programas STEM se evidencia desde el inicio de la formación: en 2021 el 31,5% de las personas matriculadas en primer semestre fueron mujeres, mientras que el 68,5% fueron hombres.”
Pontificia Universidad Javeriana. (2023, 9 febrero). Matriculados a primer semestre en carreras STEM - 2021. Informe Análisis Estadístico LEE No. 67.
Desde esta perspectiva, la división sexual del trabajo no solo organiza las tareas dentro y fuera del hogar, sino que constituye un mecanismo político que permite al capitalismo beneficiarse del trabajo no remunerado de las mujeres. La crítica de Federici permite comprender cómo la invisibilización de estas labores se articula con formas contemporáneas de desigualdad y con la persistente feminización de ciertas profesiones vinculadas al cuidado. En este sentido, sus planteamientos son fundamentales para interpretar cómo dichas lógicas continúan reproduciéndose en instituciones como la academia y en el mercado laboral actual. La Universidad Nacional de Colombia, como principal institución pública de educación superior del país, constituye un caso representativo para analizar estas dinámicas: el estudio de la distribución por género en sus programas académicos permite evidenciar cómo se materializan históricamente estos patrones de división sexual del trabajo en el contexto educativo colombiano, y cómo las profesiones de cuidado continúan siendo mayoritariamente ocupadas por mujeres.
El problema central que enfrentan hoy las discusiones sobre la división sexual del trabajo no se limita únicamente a la segregación ocupacional entre hombres y mujeres; también involucra la reproducción sistemática de violencias epistémicas dentro de espacios institucionales como la academia. La persistencia de la feminización de carreras vinculadas al cuidado (como enfermería, trabajo social o psicología) revela cómo la estructura social asigna a las mujeres lugares desde los cuales solo ciertos tipos de conocimiento son considerados legítimos o apropiados para ellas.
Esta situación puede comprenderse a la luz de la propuesta de Miranda Fricker en Injusticia epistémica (2007). La autora plantea que las mujeres han sido históricamente afectadas por dos formas de injusticia: Injusticia hermenéutica, que ocurre cuando las personas pertenecientes a grupos marginalizados carecen de los recursos conceptuales necesarios para interpretar su propia experiencia porque las estructuras sociales de interpretación han sido construidas sin ellas; A su vez, Fricker nos habla de la Injusticia testimonial, que se da cuando el testimonio de una persona es desacreditado debido a prejuicios sociales asociados a su identidad.
Esta configuración epistémica se articula, a su vez, con lo que Nancy Fraser identifica como la división entre producción y reproducción en el capitalismo contemporáneo. Fraser sostiene que el sistema capitalista ha establecido una jerarquía donde el trabajo productivo (asociado históricamente a lo masculino y al ámbito público) es valorado económica y simbólicamente, mientras que el trabajo reproductivo (el cuidado, la crianza, el sostén emocional) es relegado a una posición subordinada y frecuentemente no remunerada. Esta división no es natural sino política, y constituye una condición estructural para el funcionamiento del capitalismo.
En el contexto académico, esta lógica se reproduce cuando las carreras vinculadas al cuidado y la reproducción social (enfermería, trabajo social, psicología, educación) son sistemáticamente menos prestigiadas y peor remuneradas que aquellas vinculadas a la producción técnica o científica (ingenierías, ciencias exactas). Fraser advierte que esta devaluación no es accidental: responde a una injusticia de reconocimiento, donde ciertos saberes y trabajos son culturalmente invisibilizados por estar asociados a grupos históricamente subordinados, en este caso, las mujeres. Así, la feminización de ciertas carreras no solo implica una segregación numérica, sino una jerarquización epistémica y económica que refuerza la idea de que el conocimiento producido en esos campos es menos valioso.
Ambas formas de injusticia atraviesan las dinámicas de género en el campo académico. La preferente ubicación de mujeres en campos del cuidado no solo responde a una herencia histórica de la división sexual del trabajo, sino que constituye un mecanismo que limita el reconocimiento de las mujeres como productoras de conocimiento legítimo en áreas tradicionalmente masculinizadas, como las ingenierías, la matemática o la física. Tal como advierte Fricker, los sesgos patriarcales operan como filtros que reducen la credibilidad epistémica otorgada a las mujeres, contribuyendo a silenciar sus aportes y restringir su presencia en ciertos campos disciplinares.
En este sentido, la persistencia de carreras feminizadas y masculinizadas no es un simple dato estadístico, sino un indicador de cómo se siguen reproduciendo violencias simbólicas y epistémicas en la educación superior. La división sexual del trabajo actúa no solo sobre los cuerpos, analizada desde Fraser, actúa como un mecanismo que jerarquiza no solo los cuerpos y las profesiones sino también las formas de saber.Como señala Fricker, los sesgos patriarcales operan como filtros que reducen la credibilidad epistémica otorgada a las mujeres y a los saberes asociados al cuidado, consolidando una estructura donde ciertos conocimientos son considerados secundarios o de menor prestigio. Así, las desigualdades de género en la educación superior no sólo perpetúan brechas laborales, sino que también consolidan una estructura epistémica que define quién puede hablar, quién puede producir conocimiento válido y quién permanece en los márgenes del reconocimiento académico.
La relevancia de estudiar la división sexual del trabajo en la educación superior radica en que este fenómeno no solo reproduce desigualdades materiales, sino también formas profundas de injusticia epistémica y de invisibilización estructural del trabajo femenino. Desde la perspectiva de Silvia Federici, la asignación histórica de las mujeres a labores de cuidado tanto en el hogar como en profesiones feminizadas constituye un mecanismo central del capitalismo para sostener la reproducción social sin reconocerla como trabajo. Esta naturalización del cuidado como una extensión “innata” de la feminidad ha desplazado a las mujeres hacia áreas de baja remuneración y escaso prestigio, al tiempo que ha legitimado, en el ámbito económico, la subordinación estructural de su fuerza laboral.
Cuando estas lógicas se trasladan a la academia, adquieren una dimensión epistémica más profunda. Tal como advierte Miranda Fricker, las mujeres no solo han sido relegadas a ciertos campos de conocimiento, sino que han sido sistemáticamente despojadas de credibilidad en espacios académicos dominados por lógicas patriarcales. Esto implica que los saberes vinculados al cuidado frecuentemente ocupados por mujeres se consideran secundarios frente al conocimiento tecnocientífico masculinizado, lo que configura una injusticia testimonial donde sus aportes son subvalorados o desestimados. Simultáneamente, la ausencia de categorías conceptuales para nombrar y comprender plenamente esta desigualdad constituye una forma de injusticia hermenéutica, en la medida en que las mujeres carecen de los recursos sociales necesarios para interpretar su propia experiencia de exclusión o marginalización.
En consecuencia, la persistente feminización de carreras como enfermería, psicología, trabajo social o educación no solo refleja un patrón histórico de distribución desigual del trabajo; también señala que la universidad sigue reproduciendo estructuras que legitiman ciertos tipos de conocimiento mientras silencia o restringe otros. En el caso de la Universidad Nacional de Colombia, el análisis de la matrícula por género en sus programas académicos permite evidenciar cómo se materializan concretamente estas divisiones sexuales del trabajo y sus efectos epistémicos. Este silenciamiento epistémico tiene efectos concretos: limita la participación de las mujeres en campos estratégicos de ciencia y tecnología, perpetúa brechas salariales al concentrarlas en profesiones de menor reconocimiento económico, y reduce la diversidad epistémica necesaria para construir una ciencia socialmente inclusiva.
Por estas razones, analizar la división sexual del trabajo desde las perspectivas de Federici y Fricker permite comprender que el problema no es únicamente educativo o laboral, sino político y epistémico. La educación superior se convierte así en un escenario clave donde se disputan las formas legítimas de saber y ser escuchado. De allí que estudiar estas dinámicas no solo sea pertinente, sino urgente: la transformación de las estructuras de género en la academia es condición necesaria para avanzar hacia una sociedad que reconozca de manera justa tanto el trabajo como el conocimiento producido por las mujeres.
¿Cómo se expresa la división sexual del trabajo en la distribución por género de los programas académicos en Colombia y qué papel juega esta en la reproducción estructural de desigualdades económicas, simbólicas y epistémicas entre mujeres y hombres?
Analizar cómo la distribución por género en los programas académicos de la Universidad Nacional de Colombia refleja la división sexual del trabajo y contribuye a la feminización y masculinización de carreras.
Clasificar las carreras según la proporción de estudiantes hombres y mujeres matriculados entre 2018 y 2023.
Examinar las tendencias de feminización y masculinización desde una perspectiva sociológica (habitus, reproducción social y división sexual del trabajo).
Observar cada programa curricular de la sede Bogotá a partir de las facultades de la sede.
Con los datos ya observados generar un análisis sociológico donde se pueda demostrar que tan vigente las lógicas impuestas por la modernidad sobre la división del trabajo sexual.
Tabla de contingencia
subconjunto_bogota_pregrado$SEXO_fac <- as.factor(subconjunto_bogota_pregrado$SEXO) subconjunto_bogota_pregrado$FACULTAD_fac <- as.factor(subconjunto_bogota_pregrado$FACULTAD) tabla_de_contingencia <- table(subconjunto_bogota_pregrado$SEXO_fac, subconjunto_bogota_pregrado$FACULTAD_fac) print(tabla_de_contingencia)
Marco metodologico:
Para este estudio se hace uso de la base de datos “Estudiantes_matriculados_UNAL_20250929.csv” extraída del Ministerio de educación. La base contiene los registros históricos de matrícula de estudiantes de pregrado de la Universidad Nacional de Colombia, recopilando información del periodo 2019-2023. La información proviene de fuentes oficiales de la institución, garantizando la fiabilidad y validez de los datos analizados. El conjunto de datos (“dataset”) presenta una dimensión compuesta por 548,213 registros (filas) y 44 variables (columnas). Cada registro representa una unidad de matrícula individual, permitiendo un análisis detallado de la población estudiantil.
La base de datos seleccionada recoge a todos los y lxs estudiantes matriculados en la universidad Nacional de Colombia durante los años 2019 a 2023, sin embargo para la investigación se seleccionó una muestra específica: Estudiantes pertenecientes a la sede Bogotá.
En este orden de ideas, la creación del subconjunto tiene en cuenta esta condición desde su construcción, articulando una selección de variables —género, facultad y programa— que lleva a la creación de varios subconjuntos, pues la magnitud de los datos impide el análisis generalizado.
Por esto mismo cada facultad de la sede Bogotá posee un subconjunto, permitiéndonos analizar las dimensiones críticas de la distribución
En este proyecto se aplicó un proceso de filtrado de datos con el propósito de delimitar la población de análisis a un grupo específico y pertinente para los objetivos de investigación. Primero, se seleccionaron únicamente los estudiantes matriculados en la Sede Bogotá y pertenecientes al nivel de Pregrado, con el fin de focalizar el estudio en el contexto institucional y formativo más relevante para examinar la división sexual del trabajo en la educación superior. A partir de este subconjunto, se extrajeron las variables SEXO y PROGRAMA, necesarias para caracterizar la distribución de estudiantes por género y área académica. Este proceso permitió depurar la base de datos, eliminar registros no pertinentes y asegurar que los análisis posteriores se realizaran sobre una población homogénea y directamente vinculada con la pregunta de investigación.
Para el análisis de este proyecto, centrado en el conteo y
distribución de géneros por facultad y programa curricular. Se hace uso
de técnicas de cuantificación, como gráficos de barras simples y
gráficos de barras agrupadas, con el fin de poder analizar a
detalle los datos extraídos de la base de datos.
De la misma manera, se hace depuración de datos, ya que el análisis
necesita limpiar la base extraída del Ministerio de educación. Este
proceso incluyó filtrar únicamente los y las estudiantes de las
Bogotá, seleccionar aquellas que pertenecían a la matrícula de
pregrado y encontrar nuestras variables de interés: Sexo y Programa
curricular.
Mediante tablas, se hace el conteo de las frecuencias absolutas de cada
facultad y los integrantes de la misma pudiendo, así detectar qué tan
marcada es la brecha de un programa y cómo es la distribución por sexo
en cada una de las facultades. Este análisis se materializa en los
gráficos mencionados anteriormente.
Las gráficas de barras agrupadas nos permiten entender la
distribución de sexo por programa y de la misma manera la
comparación de variables.
A. Descripción de la base de datos.
Para el desarrollo de la presente investigación, se utilizó una base de datos estructurada que recopila los registros históricos de matrícula de estudiantes de pregrado de la Universidad Nacional de Colombia. La información proviene de fuentes oficiales de la institución, garantizando la fiabilidad y validez de los datos analizados.
El conjunto de datos (“dataset”) presenta una dimensión compuesta por 548,213 registros (filas) y 44 variables (columnas). Cada registro representa una unidad de matrícula individual, permitiendo un análisis detallado de la población estudiantil.
La estructura de la información se organiza principalmente en torno a variables categóricas y administrativas, entre las cuales destacan para este estudio:
Variables Sociodemográficas: Se incluye la variable SEXO, permitiendo la desagregación poblacional y el análisis de brechas de género.
Variables Académico-Institucionales: Se cuenta con la información de PROGRAMA académico y FACULTAD, lo que facilita la segmentación de los estudiantes según su unidad académica de adscripción.
Clasificación Estandarizada: La base incorpora estándares de clasificación nacional e internacional mediante las variables AREAC_SNIES (Área de Conocimiento según el Sistema Nacional de Información de la Educación Superior) y AREA_CINE (Clasificación Internacional Normalizada de la Educación). Estas variables son fundamentales para agrupar los programas académicos en áreas de conocimiento homologables para análisis comparativos.
El procesamiento de esta matriz de datos permitirá realizar análisis descriptivos y exploratorios sobre el comportamiento de la matrícula en la institución.
4.2. Definición/operacionalización de las variables seleccionadas (similar a las tablas de las
dispositivas)
library(knitr)
variables <- data.frame(
Variable = c("SEXO", "PROGRAMA", "FACULTAD", "AREAC_SNIES", "AREA_CINE"),
Tipo = c("Categórica", "Nominal", "Nominal", "Categórica", "Categórica"),
Descripción = c(
"Variable sociodemográfica que clasifica al estudiante según su sexo biológico registrado en el sistema de admisiones.",
"Nombre específico de la carrera de pregrado o plan de estudios en el cual se encuentra matriculado el estudiante.",
"Unidad académico-administrativa de la Universidad Nacional a la cual está adscrito el programa curricular del estudiante.",
"Clasificación del área de conocimiento según el Sistema Nacional de Información de la Educación Superior (SNIES) del Ministerio de Educación de Colombia. Agrupa los programas por afinidad disciplinar nacional.",
"Clasificación basada en la Clasificación Internacional Normalizada de la Educación (CINE-UNESCO). Permite la comparabilidad internacional de los campos de educación y formación."
)
)
kable(variables, caption = "Variables principales")| Variable | Tipo | Descripción |
|---|---|---|
| SEXO | Categórica | Variable sociodemográfica que clasifica al estudiante según su sexo biológico registrado en el sistema de admisiones. |
| PROGRAMA | Nominal | Nombre específico de la carrera de pregrado o plan de estudios en el cual se encuentra matriculado el estudiante. |
| FACULTAD | Nominal | Unidad académico-administrativa de la Universidad Nacional a la cual está adscrito el programa curricular del estudiante. |
| AREAC_SNIES | Categórica | Clasificación del área de conocimiento según el Sistema Nacional de Información de la Educación Superior (SNIES) del Ministerio de Educación de Colombia. Agrupa los programas por afinidad disciplinar nacional. |
| AREA_CINE | Categórica | Clasificación basada en la Clasificación Internacional Normalizada de la Educación (CINE-UNESCO). Permite la comparabilidad internacional de los campos de educación y formación. |
Facultad de Enfermeria
Facultad de Ciencias Humanas
Facultad Medicina
Facultad de Artes
Facultad de Derecho
Facultad de Odontologia
5.1 Interpretación critica
Como se puede ver el campo de la Universidad Nacional de Colombia es un espacio para las relaciones de poder. Es muy marcada la masculinización y feminización de las carreas dentro de la sede Bogotá, esto remarca nuevamente como las instituciones tiene una base estructural en el patriarcado ya que es la forma con la que se da la dominación de la agencia femenina. Si se controla los espacios en lo que la mujer puede hacer presencia es una forma de injustica epistémica y una dominación masculina.
La dominación del espacio también va de la mano con la dominación de su forma de interactuar con el mundo ya que reproducen de forma pasiva la ideología, y según el marco teórico marxista la ideología sirve como medio para la preservación de las condiciones materiales en que una clase dirigente conserva su poder, en este caso se habla de algo mas grande que una clase ya que es una dominación instaurada a partir del sexo, genero y clase.
5.2 Hallazgos y Futuras lineas de investigación
Frente a este análisis del trabajo reproductivo se puede plantear una serie de contrapuntos y discusiones fundamentales dentro de la teoría social, las cuales no solo enriquecen la comprensión del fenómeno, sino que también delinean fracturas paradigmáticas.
En primer lugar, como se ha señalado, surge una discusión intrínseca al paradigma marxista entre una ortodoxia economicista y las heterodoxias que amplían la noción de explotación y lucha de clases. El marxismo tradicional, centrado en la fábrica y en el trabajador asalariado masculino, relegó la esfera reproductiva a una condición “natural” o pre-capitalista. Las formulaciones de Silvia Federici junto a otras feministas materialistas como Mariarosa Dalla Costa, resultan poderosas precisamente porque, utilizando el pensamiento dialéctico y la categoría de “lucha de clases”, superan ese dogmatismo. Ellas demuestran que la enajenación del trabajo no asalariado de las mujeres es la base oculta de la acumulación capitalista. Así, no se limitan a criticar a Marx por una omisión, sino que revolucionan desde dentro la teoría marxista, argumentando que la “acumulación originaria” no es un evento histórico concluido, sino un proceso continuo que se ejerce sobre los cuerpos y el trabajo de las mujeres, como lo ejemplifica la caza de brujas. Esta es una superación dialéctica: toman el marco analítico de Marx para trascenderlo y mostrar que la reproducción de la vida es el terreno primario de conflicto.
En segundo lugar, y conectado con lo anterior, es crucial interrogar la universalidad de las narrativas sobre la opresión de género. Los discursos clásicos de Friedrich Engels (El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado) y de Simone de Beauvoir (El segundo sexo), si bien fundacionales, emergen de experiencias materiales y tradiciones intelectuales específicamente europeas. Engels vincula la opresión femenina al surgimiento de la propiedad privada y la familia monógama, mientras Beauvoir analiza la construcción de “lo femenino” como Otro en la dialéctica hegeliana del amo y el esclavo. Sin embargo, estas narrativas pueden resultar insuficientes o coloniales al explicar realidades donde la opresión de género se entrelaza de manera indisoluble con la colonialidad del poder (Aníbal Quijano) y la racialización.
Aquí es donde pensadores como Enrique Dussel y Aníbal Quijano ofrecen un marco crítico indispensable. Dussel, desde su Filosofía de la Liberación, plantearía que la “modernidad” tiene un lado oculto: su cara barbárica de colonialidad que se ejerció, entre otras cosas, sobre los cuerpos de las mujeres indígenas y racializadas, imponiendo una división sexual del trabajo y un patriarcado eurocéntrico. Quijano, por su parte, explicaría que el género es una categoría moderno/colonial: la jerarquía entre lo masculino y lo femenino se articula con la jerarquía racial para constituir el patrón global de poder capitalista. Por lo tanto, los roles de género no pueden comprenderse al margen de la colonialidad.
Es desde esta crítica decolonial donde adquieren profundo sentido experiencias como la del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). Los zapatistas no solo luchan contra la explotación económica, sino que proponen una reconstrucción comunitaria del género y de la reproducción social desde la autonomía. Su consigna de “mandar obedeciendo” y su práctica de gobierno colectivo donde las mujeres tienen un papel protagónico consagrado en la Ley Revolucionaria de Mujeres representan una praxis concreta de descolonización del género. Ellos no aspiran a incorporar a las mujeres a la modernidad capitalista y su división sexual del trabajo, sino a transformar radicalmente las lógicas de reproducción de la vida comunitaria, desligándolas del Estado-nación y del mercado global. En ellos, la liberación de las mujeres es inseparable de la liberación del territorio y de la descolonización de todos los aspectos de la vida, proponiendo así una alternativa civilizatoria que supera los marcos puramente occidentales de comprensión del género y la reproducción.
En conclusión, la discusión sociológica sobre el trabajo reproductivo se desplaza así de un debate interno al marxismo hacia un debate geopolítico del conocimiento. Se trata de confrontar las teorías surgidas de la experiencia europea (Marx, Engels, Beauvoir) con las críticas feministas que las expanden (Federici) y, finalmente, con las epistemologías del Sur (Dussel, Quijano) y las praxis insurgentes (zapatismo) que exigen repensar los fundamentos de la sociedad moderna/colonial y plantear alternativas radicalmente otras.
Smithsonian Magazine. (s.f.). Zapatista women [Fotografía presentada por Pavel Márquez]. Photo Contest. Recuperado el 2 de diciembre de 2024, de https://photocontest.smithsonianmag.com/photocontest/detail/zapatista-women/
Bibliografia
Beauvoir, S. de. (2018). El segundo sexo (T. Fernández Romero & J. Sanmartín, Trads.). Penguin Random House. (Obra original publicada en 1949).
Federici, S. (2021). El Calibán y la bruja: Mujeres, cuerpo y acumulación originaria (V. Hendriks & C. Piña, Trads.). Trama Editorial. (Obra original publicada en 2004).
Fricker, M. (2017). La injusticia epistémica: El poder y la ética del conocimiento (M. V. Rodil, Trad.). Herder Editorial. (Obra original publicada en 2007).
Pontificia Universidad Javeriana. (2023, 9 febrero). Matriculados a primer semestre en carreras STEM - 2021. Informe Análisis Estadístico LEE No. 67. https://www.javeriana.edu.co/recursosdb/5581483/8102914/Informe-67-Mujeres-en-STEM-9feb2023-LEE.pdf
Smithsonian Magazine. (s.f.). Zapatista women [Fotografía presentada por Pavel Márquez]. Photo Contest. Recuperado el 2 de diciembre de 2024, de https://photocontest.smithsonianmag.com/photocontest/detail/zapatista-women/