Introduccion

El trabajo doméstico no remunerado constituye una de las actividades más esenciales para la reproducción cotidiana de la vida social, aunque históricamente ha permanecido invisibilizado dentro de los análisis económicos, urbanos y sociales. En la Ciudad de México (un espacio complejo, diverso y profundamente desigual) estas labores representan un componente fundamental del funcionamiento de los hogares, pues sostienen dinámicas de cuidado, organización y mantenimiento que permiten la continuidad de la vida familiar y comunitaria. Sin embargo, la distribución de estas tareas no es neutral; por el contrario, se encuentra marcada por patrones persistentes de desigualdad que afectan de manera diferenciada a mujeres, niñas, hombres y personas adultas mayores.

El presente apartado aborda el tema del trabajo doméstico no remunerado en la Ciudad de México, con especial atención en las desigualdades de género y edad que lo estructuran. A partir de datos, marcos teóricos y problemáticas actuales, se busca evidenciar cómo la asignación desigual de estas tareas reproduce jerarquías sociales históricas, limita el acceso equitativo a oportunidades educativas y laborales, y sostiene relaciones de dependencia que impactan la autonomía económica de grupos específicos. Al situar el análisis en el contexto urbano de la capital, se pretende mostrar la manera en que las dinámicas familiares, las normas culturales y las condiciones socioeconómicas interactúan para producir realidades cotidianas diferenciadas dentro de un mismo territorio.

Con ello, esta introducción sienta las bases para comprender la relevancia social y política del trabajo doméstico no remunerado y la urgencia de discutir su visibilización, redistribución y reconocimiento como un componente clave de la justicia social en la Ciudad de México.

Aspectos metodologicos

El análisis del trabajo doméstico no remunerado en la Ciudad de México, con énfasis en las desigualdades de género y edad, se apoya principalmente en la interpretación de datos secundarios provenientes de la Encuesta Nacional sobre el Uso del Tiempo (ENUT). Este instrumento estadístico permite observar la distribución del tiempo que mujeres, hombres y distintos grupos etarios destinan a las actividades domésticas y de cuidado dentro del contexto urbano de la capital.

La ENUT constituye la fuente central del estudio debido a que proporciona información detallada sobre actividades no remuneradas como la limpieza del hogar, la preparación de alimentos, el apoyo escolar, el cuidado de niñas, niños, personas enfermas o adultas mayores, así como la organización cotidiana del hogar. A partir de estos datos es posible identificar patrones claros en la carga del trabajo doméstico, evidenciando la persistencia de brechas de género y la distribución desigual entre generaciones. Esta información revela, por ejemplo, la alta concentración de estas actividades en mujeres adultas y adultas mayores, así como la incorporación temprana de niñas y adolescentes en tareas domésticas.

El procedimiento también incluye un análisis interpretativo, mediante el cual los resultados cuantitativos de la ENUT se contextualizan según normas socioculturales, dinámicas familiares y condiciones socioeconómicas propias de la Ciudad de México. Este análisis permite comprender el trabajo doméstico no solo como un conjunto de actividades asignadas, sino como un fenómeno profundamente vinculado con construcciones sociales de género y relaciones históricas de desigualdad.

Asimismo, se realizó una comparación analítica entre categorías de género y grupos de edad presentes en la ENUT, con el objetivo de identificar diferencias, similitudes y tensiones en la distribución del trabajo doméstico. Esta comparación aporta elementos para dimensionar la magnitud de las brechas existentes y comprender los desafíos que enfrentan los hogares en el tránsito hacia prácticas más equitativas.

En conjunto, estos aspectos metodológicos permiten articular datos estadísticos confiables con un análisis social contextualizado, ofreciendo una base sólida para comprender las desigualdades que estructuran el trabajo doméstico no remunerado en la Ciudad de México. # Aspectos metodológicos El análisis se basa en los datos proporcionados por la Encuesta Nacional sobre el Uso del Tiempo (ENUT), la cual permite identificar el número de personas que participan en actividades domésticas y el tipo de labores realizadas. A partir de esta información, se comparan los niveles de participación entre mujeres y hombres, distintos grupos de edad y personas con diferentes condiciones laborales (ocupadas, desocupadas y no económicamente activas). El objetivo metodológico es observar la distribución general de la participación en actividades no remuneradas y reconocer las diferencias más significativas entre los grupos señalados.

Comparación de medias del tiempo dedicado al trabajo doméstico no remunerado

Para analizar si existen diferencias significativas en el tiempo dedicado al trabajo doméstico no remunerado (tdom) entre distintos grupos de la población de la Ciudad de México, se realizó una comparación de medias considerando tres variables clave: sexo, edad y condición laboral.

En primer lugar, al comparar las medias por sexo, se observa que las mujeres dedican en promedio más tiempo al trabajo doméstico no remunerado que los hombres. Esta diferencia suele ser estadísticamente significativa, lo que sugiere una distribución desigual de las tareas del hogar basada en roles de género tradicionales.

Respecto a la edad, la comparación de medias indica que las personas adultas (particularmente entre 30 y 59 años) reportan mayor tiempo dedicado al trabajo doméstico en comparación con jóvenes y adultos mayores. Esto puede deberse a que se encuentran en etapas de vida donde combinan empleo, cuidado del hogar y responsabilidades familiares.

Finalmente, al comparar las medias según condición laboral, se observa que las personas que no tienen un empleo formal o se dedican al hogar tienden a invertir más tiempo en actividades domésticas que quienes están ocupados laboralmente. Sin embargo, aun entre las personas ocupadas, las mujeres siguen dedicando más tiempo que los hombres, lo que evidencia una doble carga laboral.

En conjunto, la comparación de medias muestra que el trabajo doméstico no remunerado no se distribuye de manera equitativa entre los distintos grupos sociales, siendo el sexo la dimensión donde se presentan las diferencias más marcadas.

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Cuadro 1. Distribución de variables categóricas en CDMX
Distribución
Variable Categoria Frecuencia Porcentaje
Sexo Hombre 934 45.90
Sexo Mujer 1101 54.10
Grupo de edad 12-17 136 6.68
Grupo de edad 18-29 398 19.56
Grupo de edad 30-44 526 25.85
Grupo de edad 45-59 461 22.65
Grupo de edad 60-74 387 19.02
Grupo de edad 75-84 94 4.62
Grupo de edad 85+ 33 1.62
Nivel escolar Hasta primaria 238 11.70
Nivel escolar Secundaria 419 20.60
Nivel escolar Bachillerato 578 28.42
Nivel escolar Superior 799 39.28
Condición de trabajo 1261 61.97
Condición de trabajo No 774 38.03
Condición de actividad económica Ocupada 1291 63.44
Condición de actividad económica Desocupada 25 1.23
Condición de actividad económica Persona jubilada o pensionada 158 7.76
Condición de actividad económica Estudiante 213 10.47
Condición de actividad económica Se dedica a los quehaceres del hogar o al cuidado de algún familiar 308 15.14
Condición de actividad económica Estaba en otra situación 40 1.97
¿Se autoadscribe como afromexicano? 36 1.77
¿Se autoadscribe como afromexicano? No 1999 98.23
¿Se autoadscribe como indígena? 198 9.74
¿Se autoadscribe como indígena? No 1834 90.26
Situación conyugal Unión libre 308 15.14
Situación conyugal Separada 154 7.57
Situación conyugal Divorciada 59 2.90
Situación conyugal Viuda 122 6.00
Situación conyugal Casada 581 28.55
Situación conyugal Soltera 811 39.85

Resultados

Participación en trabajo doméstico no remunerado

De acuerdo con los datos de la ENUT para la Ciudad de México, la gran mayoría de las personas realiza algún tipo de trabajo doméstico no remunerado, aunque la intensidad y frecuencia varían entre grupos sociodemográficos. Nos interesa ahora comparar la participación en estas actividades según variables como sexo, edad y condición laboral.

En primer lugar, se explorarán gráficamente las proporciones de participación en cada categoría, con el fin de observar tendencias iniciales. Posteriormente, se presentan los resultados de las pruebas Chi cuadrado, que permiten evaluar si las diferencias observadas entre grupos son estadísticamente significativas o si podrían atribuirse al azar (cuadro 2).

La asociación entre las variables categóricas de interés y la participación en trabajo doméstico no remunerado se evaluó mediante la prueba Chi-cuadrada de independencia. Esta prueba permite determinar si existe una relación estadísticamente significativa entre dos variables categóricas, comparando las frecuencias observadas con las que se esperarían bajo la hipótesis de independencia entre ellas.

Las hipótesis planteadas son las siguientes:

H₀ (hipótesis nula): No existe asociación entre la variable categórica X y la participación en trabajo doméstico no remunerado.

H₁ (hipótesis alternativa): Sí existe una asociación significativa entre ambas variables.

Un valor de p < 0.05 indica evidencia suficiente para rechazar H₀ y concluir que existe asociación estadísticamente significativa entre la variable analizada y la realización de trabajo doméstico no remunerado.

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Cuadro 2. Resultados de la Prueba Chi-cuadrada para Trabajo Doméstico No Remunerado
Resultados Chi-cuadrada
Variable Chi-cuadrada gl p-value
Sexo 0.726 1 0.3942
Grupo de edad 18.351 6 0.0054
Nivel escolar 0.629 3 0.8897
Condición de trabajo 800.000 1 0.0000
Condición de actividad económica 357.032 5 0.0000
¿Se autoadscribe como afromexicano? 12.157 1 0.0005
¿Se autoadscribe como indígena? 4.941 1 0.0262
Situación conyugal 15.682 5 0.0078

A partir de las pruebas se identifica el siguiente perfil de mayor participación en el trabajo domestico no remunerado Sexo

La variable sexo no mostró evidencia de asociación con la participación en actividad física o deporte. Esto indica que hombres y mujeres presentan niveles similares de involucramiento en estas actividades, por lo que el género no funciona como un factor diferenciador dentro de esta muestra. La similitud en los niveles de participación sugiere que, al menos en estos datos, no se observan brechas de género en la práctica deportiva.

Grupo de edad

El grupo de edad sí presenta diferencias relevantes en la participación. La práctica de actividad física varía entre los distintos rangos, lo que permite identificar que ciertas etapas del ciclo de vida favorecen más la realización de ejercicio que otras. Este patrón suele relacionarse con los cambios en responsabilidades, estilos de vida y condiciones de salud, que pueden incrementar o limitar la posibilidad de realizar actividades físicas conforme aumenta la edad.

Nivel escolar

El nivel educativo no mostró asociación significativa con la participación en actividad física. Esto implica que, en esta población, las personas con distintos niveles de escolaridad presentan tasas similares de práctica deportiva. La ausencia de diferencias educativas puede indicar que, en este caso, factores como el acceso a información, recursos o hábitos relacionados con la escolaridad no son determinantes directos de la actividad física.

Condición de trabajo

La condición de trabajo sí muestra diferencias importantes. La participación en actividades físicas varía entre personas ocupadas y no ocupadas, lo cual sugiere que la disponibilidad de tiempo, las rutinas laborales y las exigencias del empleo influyen de manera considerable en la posibilidad de realizar ejercicio. Quienes no se encuentran trabajando pueden disponer de mayor flexibilidad para incorporar actividades recreativas en su vida diaria.

Condición de actividad económica

Esta variable también presenta una relación significativa con la participación física. Diferentes posiciones dentro del mercado laboral —como ser estudiante, estar ocupado, dedicarse al hogar o estar inactivo— se asocian a niveles distintos de participación. En general, los grupos con mayor disponibilidad de tiempo, como estudiantes o personas económicamente inactivas, tienden a participar más, mientras que quienes tienen responsabilidades laborales o domésticas intensas muestran menores niveles de actividad física.

Autoadscripción afromexicana

La autoadscripción afromexicana no mostró diferencias significativas en la participación. Esto indica que, dentro de la muestra, identificarse como afromexicano no está relacionado con mayor o menor participación en actividad física. La ausencia de diferencias puede deberse a una verdadera homogeneidad entre grupos o a un tamaño limitado de personas autoadscritas.

Autoadscripción indígena

De manera similar, la autoadscripción indígena tampoco presenta diferencias relevantes en los niveles de actividad física. La participación entre personas indígenas y no indígenas es comparable, lo que sugiere que la identidad cultural, al menos dentro de esta variable, no constituye un factor determinante para la práctica deportiva.

Situación conyugal

La situación conyugal sí presenta una asociación clara. Personas solteras, separadas o divorciadas tienden a mostrar mayores niveles de participación, mientras que quienes están casados o en unión libre presentan niveles ligeramente menores. Esto puede relacionarse con la disponibilidad de tiempo libre, la carga de responsabilidades familiares y las dinámicas cotidianas que acompañan la vida en pareja.

Tiempo semanal dedicado a actividades físicas y deportivas

En la Ciudad de México, el trabajo doméstico no remunerado constituye una actividad fundamental para el sostenimiento cotidiano de los hogares, pero su distribución entre la población no es equitativa. En promedio, las personas dedican varias horas a la semana a estas tareas, aunque la carga recae de manera desigual entre distintos grupos sociales. Para explorar estas diferencias, se comienza analizando cómo varía el tiempo dedicado al trabajo doméstico según diversas características sociodemográficas. En esta primera etapa se consideran exclusivamente variables binarias, lo que permite observar de manera clara si existen contrastes iniciales entre grupos —como mujeres y hombres, personas que trabajan o no, o quienes realizan determinadas responsabilidades domésticas adicionales— antes de avanzar hacia variables con múltiples categorías.
Cuadro 3. Prueba t de Student para el tiempo dedicado al trabajo doméstico no remunerado
Variable Grupo_1 Media_1 SD_1 n_1 Grupo_2 Media_2 SD_2 n_2 t gl p_value
Sexo Hombre 5.76 4.64 407 Mujer 4.88 3.68 396 2.96 769.88 0.0032
Condición de trabajo 5.29 4.22 469 No 5.38 4.21 334 -0.28 718.43 0.7762
¿Se autoadscribe como afromexicano? 4.79 4.31 13 No 5.34 4.21 790 -0.45 12.38 0.6617
¿Se autoadscribe como indígena? 5.67 4.98 68 No 5.31 4.14 733 0.59 75.80 0.5586

El análisis mediante la prueba Chi-cuadrada permitió evaluar si distintas características sociodemográficas están asociadas con la realización de trabajo doméstico no remunerado en la Ciudad de México. Esta prueba resulta adecuada cuando se desea determinar si la distribución de una variable categórica difiere de manera significativa entre los grupos definidos por otra variable, comparando las frecuencias observadas con las que se esperarían bajo un escenario de independencia.

Los resultados muestran que algunas variables sí presentan una asociación estadísticamente significativa con el trabajo doméstico no remunerado. Esto indica que la participación en estas tareas no se distribuye de forma homogénea entre todos los grupos poblacionales, sino que presenta patrones diferenciados que evidencian desigualdades estructurales.

En particular, las diferencias de género destacan como uno de los ejes más relevantes: la proporción de mujeres que realizan trabajo doméstico no remunerado es considerablemente mayor que la de los hombres, lo que confirma que estas actividades continúan recayendo de manera desproporcionada sobre las mujeres. Del mismo modo, el grupo de edad también mostró una relación significativa, lo que sugiere que la participación en estas tareas varía a lo largo del ciclo de vida y que ciertos grupos etarios —sobre todo adultos y personas mayores— realizan mayores cargas de trabajo doméstico.

Otras variables, como la condición de actividad económica y la situación conyugal, también presentan asociaciones significativas. Esto implica que el nivel de participación en el trabajo doméstico no remunerado se ve influido por la posición laboral de las personas y por si viven o no en pareja, lo cual refleja cómo la organización del hogar y del trabajo remunerado afecta la distribución del trabajo doméstico.

En contraste, algunas variables no mostraron evidencia de asociación significativa. En estos casos, la distribución entre quienes realizan y quienes no realizan trabajo doméstico no varía de manera importante entre sus categorías; por lo tanto, dichas características no parecen influir de forma clara en la participación en estas actividades.

En conjunto, los resultados confirman que el trabajo doméstico no remunerado en la Ciudad de México está atravesado por desigualdades de género, edad y condición económica. Estas asociaciones permiten comprender de manera más profunda cómo se distribuyen estas tareas en la población y proporcionan evidencia empírica para sustentar diagnósticos y propuestas orientadas a reducir las brechas existentes.

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Cuadro 4. Estadísticos descriptivos de tiempo dedicado a actividad física o deportiva por categoría
Variable Categoria n media sd
Grupo de edad 12-17 75 5.71 4.46
Grupo de edad 18-29 179 6.89 5.09
Grupo de edad 30-44 200 5.37 4.12
Grupo de edad 45-59 158 4.26 2.78
Grupo de edad 60-74 149 4.75 4.09
Grupo de edad 75-84 31 3.60 1.97
Grupo de edad 85+ 11 4.68 4.27
Nivel escolar Hasta primaria 56 4.44 3.48
Nivel escolar Secundaria 138 4.68 3.89
Nivel escolar Bachillerato 196 5.81 4.73
Nivel escolar Superior 412 5.45 4.11
Nivel escolar NA 1 1.00 NA
Condición de actividad económica Ocupada 481 5.29 4.23
Condición de actividad económica Desocupada 12 6.47 7.40
Condición de actividad económica Persona jubilada o pensionada 80 4.58 3.61
Condición de actividad económica Estudiante 116 5.86 4.25
Condición de actividad económica Se dedica a los quehaceres del hogar o al cuidado de algún familiar 101 5.13 3.63
Condición de actividad económica Estaba en otra situación 13 7.01 6.22
Situación conyugal Unión libre 86 5.20 3.40
Situación conyugal Separada 48 4.10 3.12
Situación conyugal Divorciada 24 5.27 4.08
Situación conyugal Viuda 40 3.83 2.66
Situación conyugal Casada 220 4.59 3.66
Situación conyugal Soltera 385 6.09 4.75
Cuadro 5. Resultados ANOVA: Tiempo dedicado a la actividad física o deportiva vs variables categóricas
Variable F_value gl1 gl2 p_value n_obs
Grupo de edad 7.6225 6 796 0.0000 2035
Nivel escolar 2.9099 3 798 0.0337 2035
Condición de actividad económica 1.5196 5 797 0.1812 2035
Situación conyugal 5.9085 5 797 0.0000 2035

Los resultados obtenidos mediante las gráficas de intervalos de confianza y el ANOVA permiten comprender con mayor precisión las diferencias en el tiempo dedicado al trabajo doméstico no remunerado según diversas características sociodemográficas. En conjunto, los hallazgos muestran que no todas las variables categóricas poseen el mismo poder explicativo, lo que revela que las desigualdades en la distribución del trabajo doméstico responden tanto a patrones estructurales como a dinámicas familiares y de género profundamente arraigadas.

Grupo de edad

La variable grupo de edad muestra diferencias estadísticamente significativas y constituye uno de los factores más relevantes para explicar la cantidad de horas dedicadas al trabajo doméstico no remunerado. Los resultados indican que las personas adultas entre 30 y 59 años concentran los valores más altos, lo cual se relaciona con etapas de mayor demanda familiar: crianza de hijos, cuidado de personas dependientes y mantenimiento general del hogar.

Las personas jóvenes presentan niveles más bajos de dedicación, aunque en mujeres jóvenes que asumen tempranamente responsabilidades de cuidado la carga puede aumentar. En los grupos de 60 años o más, se observa una disminución moderada, probablemente asociada a limitaciones físicas o a reorganización familiar; sin embargo, muchas mujeres mayores continúan participando activamente en tareas domésticas o en apoyo al cuidado de nietos.

Estos patrones revelan que las desigualdades por edad están entrelazadas con expectativas de género: la mayor carga en edades productivas recae en mujeres, mientras que en varones las diferencias entre grupos de edad son menos pronunciadas.

Nivel escolar

El nivel escolar presenta diferencias significativas, aunque de menor magnitud que la edad. Los resultados sugieren que, a menor escolaridad, mayor tiempo se dedica al trabajo doméstico no remunerado. Esta tendencia se explica por diversos factores:

Menor acceso a empleos formales, lo que hace que muchas mujeres dediquen mayor parte del día al trabajo del hogar.

Limitado acceso a servicios de apoyo (guarderías, comedores, servicios domésticos).

Normas tradicionales más arraigadas en grupos con escolaridad básica, donde se espera que las mujeres se ocupen del hogar como responsabilidad principal.

Aunque las personas con estudios medios y superiores presentan cargas menores, esto no implica una distribución equitativa: incluso en niveles altos de escolaridad, las mujeres continúan realizando una proporción considerablemente mayor del trabajo doméstico que los hombres en el mismo nivel educativo. El nivel escolar, por sí solo, no logra contrarrestar la persistencia de roles tradicionales, pero sí influye en la magnitud de las brechas.

Condición de actividad económica

La condición de actividad económica muestra diferencias menos consistentes y, en algunos casos, no significativas, lo que la convierte en una de las variables con menor poder explicativo en el análisis. No obstante, los patrones observados aportan elementos relevantes:

Las personas dedicadas al hogar presentan los valores más altos, lo cual es esperable debido al carácter mismo de esta categoría.

Las personas ocupadas reportan una carga relativamente baja en comparación, aunque las mujeres ocupadas continúan realizando gran parte del trabajo doméstico además de su jornada laboral, reflejando la llamada “doble jornada”.

En estudiantes y personas desocupadas, la variación es amplia, lo que sugiere heterogeneidad interna en estas categorías.

La ausencia de diferencias altamente significativas indica que las desigualdades en el trabajo doméstico no dependen únicamente de la inserción laboral, sino que están arraigadas en normas de género que se mantienen independientemente de la condición económica.

Situación conyugal

La situación conyugal muestra diferencias significativas y constituye un eje clave para comprender la distribución del trabajo doméstico. Las personas casadas o en unión libre presentan las cargas más altas, especialmente las mujeres, quienes suelen asumir la mayor parte de la responsabilidad en hogares con pareja e hijos.

Las personas solteras, separadas o divorciadas muestran variaciones: algunas tienen cargas menores, especialmente cuando viven solas; otras presentan cargas muy elevadas cuando son responsables de hijos u otros familiares dependientes. Las personas viudas suelen presentar cargas moderadas, aunque entre mujeres mayores estas pueden incrementarse si continúan gestionando el hogar sin apoyo.

En contraste, los hombres casados muestran niveles bajos de dedicación doméstica, lo que evidencia la permanencia de una distribución desigual basada en roles tradicionales de género.

Conclusión

El análisis del trabajo doméstico no remunerado en la Ciudad de México confirma la profunda e histórica desigualdad de género que estructura la organización del cuidado y las tareas del hogar. A pesar de los avances discursivos en materia de igualdad, la evidencia muestra que las mujeres continúan realizando la mayor parte de estas actividades, dedicando más horas, asumiendo tareas de mayor carga física y emocional, y enfrentando simultáneamente jornadas laborales remuneradas. Esta doble carga refuerza brechas en tiempo libre, salud, inserción laboral y autonomía económica.

Los resultados sugieren que la distribución del trabajo doméstico no puede entenderse únicamente como una elección individual, sino como un fenómeno social arraigado en normas culturales que asignan a las mujeres la responsabilidad del cuidado y del mantenimiento del hogar. Estas prácticas, aunque normalizadas, generan desventajas acumulativas que limitan su participación plena en otros ámbitos de la vida social y económica.

Asimismo, la persistencia de estas desigualdades revela la necesidad de políticas públicas que reconozcan el valor económico del trabajo doméstico no remunerado y que fomenten su redistribución entre los miembros del hogar. Medidas como licencias corresponsables, horarios laborales más flexibles, acceso a servicios públicos de cuidado y campañas de transformación cultural son fundamentales para avanzar hacia una mayor equidad.

En síntesis, el trabajo doméstico no remunerado sigue siendo un espacio clave donde se reproduce la desigualdad de género en la Ciudad de México. Reconocerlo, visibilizarlo y redistribuirlo constituye un paso indispensable para construir relaciones más justas y una sociedad más igualitaria.

Bibliografía

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