El objetivo del presente documento es presentar un panorama básico del envenjecimiento en México. Se abordan las transformaciones demográficas, los retos en salud, la seguridad económica, las dimensiones culturales y las implicaciones para la política pública.
El envejecimiento poblacional en México es resultado de la transición demográfica: descenso de la fecundidad y aumento de la esperanza de vida. En 1950, la población de 65 años y más era de 1.1 millones; para 2050 se proyecta que superará los 28 millones. Este cambio implica una transformación en la estructura por edades y plantea desafíos para los sistemas de salud, pensiones y cuidados.
El envejecimiento está asociado al aumento de enfermedades crónicas y degenerativas. A partir de los 75 años, se incrementa la dependencia funcional, especialmente entre las mujeres. La Encuesta Nacional sobre Salud y Envejecimiento (ENASEM) muestra que los adultos mayores viven una proporción significativa de sus años en salud regular o mala. Esto implica una carga creciente para los sistemas de salud y para las familias, que asumen la mayor parte del cuidado.
Muchos adultos mayores carecen de pensiones o reciben montos insuficientes. En zonas urbanas recurren al comercio informal; en zonas rurales, continúan en actividades agrícolas. Las transferencias familiares siguen siendo esenciales. El sistema de pensiones basado en cuentas individuales ha demostrado ser insuficiente para garantizar seguridad económica en la vejez.
El envejecimiento no es homogéneo: varía según el contexto urbano, rural o indígena. En comunidades como los zoques de Chiapas, la vejez tiene significados culturales distintos. En zonas urbanas, los adultos mayores enfrentan aislamiento. Existen estereotipos negativos y también idealizaciones de la vejez. Es necesario construir una cultura del envejecimiento que valore la vida prolongada y promueva el bienestar.
El envejecimiento es el fenómeno demográfico del siglo XXI. México podría convertirse en un país ‘pobre y viejo’ si no actúa a tiempo. El envejecimiento debe abordarse como un tema de desarrollo nacional.
El país necesita reformar su sistema de pensiones, fortalecer la atención geriátrica, reconocer la diversidad cultural del envejecimiento y diseñar políticas con enfoque de género y equidad territorial. Prepararse para él implica transformar los sistemas de salud, seguridad social, empleo y familia.