En Guerrero, miles de familias dependen de la agricultura para vivir, pero lo hacen enfrentando enormes desafíos: suelos degradados, altos costos de producción, clima impredecible y un acceso limitado a tecnología y financiamiento. A pesar del esfuerzo diario, muchas veces el trabajo no basta para salir de la pobreza.
Pero ¿qué pasaría si el apoyo del gobierno no solo aliviara el presente, sino también abriera oportunidades para construir un futuro más próspero?
Este blog explora esa posibilidad, usando un enfoque innovador: la dinámica de sistemas, una herramienta que nos permite ver cómo las decisiones, políticas y condiciones se relacionan a lo largo del tiempo. A través de simulaciones y escenarios, respondemos una pregunta clave:
¿Cómo afectan los programas de Bienestar al capital acumulado de los pequeños y medianos productores agrícolas en Guerrero, bajo diferentes escenarios de inversión y condiciones climáticas?
Según CONEVAL, más del 60 % de quienes trabajan el campo viven en condiciones de pobreza, y Guerrero es uno de los estados con mayor rezago agrícola en México. Aunque existen programas como Producción para el Bienestar, Fertilizantes Gratuitos, Sembrando Vida o el Programa de Energía para el Campo, muchas veces estos apoyos no logran transformar la realidad estructural de los productores.
¿Por qué? Porque los desafíos que enfrentan no son simples, ni aislados. Son parte de un sistema complejo, en el que factores como el precio del producto, la capacidad de reinversión, el acceso a tecnologías o la capacitación determinan si el apoyo se convierte en bienestar… o en una ayuda pasajera.
Simulamos un modelo que representa la economía de un productor agrícola promedio en Guerrero. El modelo incluye variables como producción, ingresos, gastos, apoyos gubernamentales, condiciones climáticas y reinversión.
Los apoyos ayudan, pero no son suficientes por sí solos. Si se entregan sin acompañamiento técnico ni comercial, el capital del productor crece, pero se estabiliza rápidamente debido al aumento de los costos y la inflación.
Al cambiar distintas condiciones del entorno, descubrimos que el capital crece mucho más cuando el productor:
Vende más de su producción. Recibe un mejor precio por tonelada. Puede reinvertir una mayor parte de sus ingresos. Estas variables tienen más peso que la lluvia o incluso algunos subsidios.
Basándonos en el modelo, proponemos una estrategia en tres pasos para transformar realmente el bienestar de los productores. Las políticas no actúan solas, se fortalecen entre sí.
🧠 Fortalecer la capacitación técnica (Sembrando Vida con enfoque personalizado)
Talleres mensuales y adaptados por cultivo. Aumento en el número y formación de técnicos.
Resultado: Mejor uso de insumos → más producción → más ingresos.
🤝 Co-inversión público-privada en insumos clave
El gobierno y el productor aportan 50/50 para fertilizantes y semillas. Incentiva eficiencia sin quitar responsabilidad al productor.
Resultado: Más insumos de calidad → más productividad.
🛒 Canales de comercialización directa (ferias, rutas locales, plataformas)
Productores venden sin intermediarios. Precios más justos y mayores márgenes de ganancia.
Resultado: Más ingresos por venta → más ahorro o inversión.
Cuando estas tres políticas se aplican juntas:
La producción por hectárea aumenta de forma sostenida.
Los ingresos del productor crecen y son más estables. El capital acumulado se multiplica con el tiempo.
Y lo más importante: el sistema se vuelve más resiliente y justo. 🧭
¿Y cómo se relaciona con la pobreza?
El objetivo no es solo mejorar la economía del productor, sino reducir la pobreza rural de forma estructural. El siguiente paso del modelo será conectar los ingresos netos con una línea de pobreza rural, para medir cuántos productores realmente logran superar esa condición bajo distintos escenarios. Porque más capital debe traducirse en más dignidad.
Los programas sociales tienen el potencial de transformar vidas rurales. Pero para que lo hagan, deben dejar de ser acciones aisladas y convertirse en una estrategia integral. Solo así pasarán de ser apoyos temporales a ser herramientas reales de cambio.