El artículo sobre la salud del sueño en adolescentes holandeses explica que el sueño es fundamental para el bienestar físico y mental de los jóvenes, ya que influye en su desarrollo cognitivo, rendimiento escolar y estabilidad emocional. Sin embargo, menciona que muchos adolescentes no cumplen con las recomendaciones de sueño, lo que ha generado preocupación en el ámbito de la salud pública. Lo interesante es que el estudio resalta cómo este problema es complejo, ya que no depende solo de la decisión individual de dormir más o menos, sino que está influenciado por factores biológicos, sociales, educativos y tecnológicos que interactúan entre sí.
El objetivo de este estudio es comprender cómo funciona este sistema que afecta la salud del sueño de los adolescentes en los Países Bajos, y a partir de este análisis identificar puntos claves donde se puedan hacer intervenciones efectivas para mejorar sus hábitos de descanso.
Para abordar la complejidad de la salud del sueño en adolescentes, el estudio empleó la metodología de dinámica de sistemas, un enfoque que permite analizar problemas complejos mediante la identificación de relaciones causales y patrones de comportamiento dentro de un sistema. Esta metodología considera cómo distintos elementos interactúan y se influyen mutuamente a lo largo del tiempo, proporcionando una visión integral del problema.
En esta investigación se aplicó la técnica de Group Model Building (GMB), un método participativo en el que adolescentes, padres y profesionales colaboraron en la construcción de un Diagrama de Ciclo Causal (CLD). Este diagrama permite visualizar las interconexiones entre los factores que afectan el sueño y cómo ciertas dinámicas pueden reforzar o contrarrestar los problemas identificados.
Esta metodología fue elegida porque permite identificar puntos de apalancamiento, es decir, aquellos elementos clave dentro del sistema donde una intervención puede generar un cambio significativo y sostenible. En lugar de aplicar soluciones superficiales, el enfoque de dinámica de sistemas ayuda a diseñar estrategias más efectivas al comprender cómo pequeños ajustes en el sistema pueden desencadenar mejoras a gran escala en la salud del sueño adolescente.
1.- Entorno escolar: Incluyeron factores como la presión académica, los horarios de inicio de clase y la carga de tareas nocturnas. 2.- Bienestar mental: Aquí está la presión por el rendimiento y las preocupaciones antes de dormir. 3.- Entorno digital: Agregan el uso de pantallas antes de dormir, la interacción en redes sociales y las notificaciones nocturnas por miedo al “FOMO” (Por sus siglas en inglés) 4.- Entorno familiar en el hogar: Incluye prácticas de crianza, la comunicación en el hogar y la calidad del vecindario. 5.- Conductas de salud y actividades recreativas: Incluye factores como la alimentación, el ejercicio físico o el uso de medicamentos 6.- Factores personales: Incluye elementos biológicos y el nivel de autocontrol.
Los investigadores trabajaron en una hipótesis que consideraba que la salud del sueño de los adolescentes es un problema complejo que emerge de la interacción de múltiples factores biológicos, psicológicos, sociales y ambientales. Y estos factores no actúan de manera aislada, sino que están interconectados a través de bucles de retroalimentación que pueden amplificar o equilibrar los efectos.
Los datos de entrada provienen de las percepciones y experiencias de los actores (adolescentes, padres y profesionales), complementados con evidencia basada en revisión de literatura.
El modelo si bien no usa ecuaciones matemáticas porque se basa en CLD, las relaciones causales las podemos ver con las flechas que indican polaridad y dirección en el siguiente diagrama:
Por mencionar una relación causal de las que se mencionan, un aumento en el uso de pantallas reduce la calidad del sueño.
Además el paper señala que en dicho modelo se identificaron 23 bucles de retroalimentación; de los cuales 16 son refuerzos, es decir amplifican ciertos comportamientos y pueden contribuir a ciclos viciosos o virtuosos en los hábitos de sueño de los adolescentes holandeses
Los 7 restantes son de balance, lo que significa que actúan para estabilizar el sistema y contrarrestar los efectos negativos de otras variables, por ejemplo:
Este bucle de balance que llamaron (B1) menciona como un aumento en la presión por el rendimiento lleva a más preocupación previa al sueño, lo que reduce la duración del sueño y aumenta la somnolencia diurna, lo que finalmente reduce el rendimiento escolar y disminuye la presión por el rendimiento.
Es importante hacer énfasis en cada subsistema no funciona de manera aislada, sino que están siempre interconectados ya que el entorno escolar afecta al bienestar mental a través de la presión académica y esto a su vez influye en el uso de redes sociales pues de esta manera pueden calmar la ansiedad para que al final todo impacte en la calidad del sueño.
El modelo se construyó a través de la metodología de Group Model Building (GMB), involucrando adolescentes (12-15 años), padres y profesionales del ámbito educativo y de la salud. Para el proceso siguieron 4 pasos importantes:
Hicieron 3 workshops con los actores para identificar las relaciones causales: En el primero identificaron cuales eran los factores que afectaban el sueño, en el segundo profundizaron las causalidades y verificaron las conclusiones que sacaron del primero. Finalmente terminaron discutiendo puntos de intervención (O de “apalancamiento”) para que el sistema cambiara.
Análisis de los datos y CLD: Transcribieron los talleres y analizaron usando un software llamado MAXQDA, después crearon el mapa utilizando el software Kumu. Ahí pudieron visualizar las conexiones entre los factores y su polaridad, finalmente eliminaron los duplicados y aseguraron que los elementos fueran cuantificables y modificables.
Identificaron los bucles de retroalimentación: Para esto utilizaron Vensim, creando 3 CLD separados uno para adolescentes, otro para padres y el último para los profesionales. Finalmente los integraron en uno solo.
Validaron y ajustaron: La versión final del CLD la discutieron entre varios investigadores y profesionales de la salud y con base en su retroalimentación se identificaron nuevos bucles.
Este modelado de sistema proporciona una comprensión amplia y detallada de los factores y las dinámicas que influyen en la calidad de sueño de los adolescentes.
El paper ofrece una serie de resultados, pero entre los clave se puede mencionar el Bucle de Refuerzo R1 (Evening homework) que indica que un aumento en la carga de tareas lleva a una mayor alerta previa al sueño, lo que retrasa el inicio del sueño y reduce la duración del sueño. Esto aumenta la somnolencia diurna, lo que disminuye la concentración y aumenta la necesidad de hacer más tareas.
También tenemos el Bucle de Refuerzo R7/R8 (screen use & social media) que menciona que las comunicaciones escolares nocturnas por ejemplo, sobre calificaciones o tareas, aumentan la alerta previa al sueño y el uso de pantallas, lo que reduce la duración del sueño y aumenta la somnolencia diurna, lo que a su vez afecta negativamente el rendimiento escolar.
Es interesante ver también al Bucle de Refuerzo R11 (Fear of missing
out) que explica cómo el uso de pantallas aumenta la exposición a
contenido atractivo en redes sociales, lo que aumenta el miedo a
perderse algo (FOMO), lo que a su vez aumenta la preocupación previa al
sueño y el uso de pantallas.
Sin embargo también los investigadores reconocen que hay bucles de equilibrio como lo es el caso del B4 (Parenting practices) que explica cómo las prácticas de crianza adecuadas (por ejemplo, establecer normas sobre el sueño y el uso de pantallas) aumentan la autoeficacia parental. Lo que sugiere que las intervenciones de los padres pueden tener un impacto positivo en la salud del sueño de los adolescentes.
A partir de los resultados obtenidos en la modelación, como creadores de política pública, podemos comprender con mayor profundidad el problema del sueño en los adolescentes. Un hallazgo clave es que el problema no puede abordarse de manera aislada, ya que surge de una interacción dinámica entre múltiples factores y actores, incluyendo a los individuos, la familia, la escuela e incluso la sociedad.
Por esta razón, medidas como restringir el uso de pantallas resultan insuficientes por sí solas. En cambio, para lograr intervenciones sostenibles, debemos adoptar un enfoque multifacético.
Proponemos que los puntos de intervención aborden distintos niveles dentro del sistema: Eventos: Impartir educación sobre higiene del sueño a los adolescentes. Estructuras: Ajustar los horarios escolares y regular las comunicaciones digitales nocturnas. Metas: Fomentar una cultura escolar que valore la salud y el bienestar tanto como el rendimiento académico. Creencias: Transformar las normas sociales sobre el uso de pantallas y la importancia del sueño. Para alcanzar este objetivo, consideramos imprescindible una coordinación entre los sectores educativo, sanitario y familiar.
Uno de los mayores aprendizajes que nos llevamos es que, debemos actuar con cuidado a la hora de evaluar el impacto ya que puede haber efectos secundarios dentro del sistema. Por ejemplo, retrasar los horarios escolares puede mejorar el descanso de los estudiantes, pero si no se implementan estrategias complementarias, también podría incrementar su carga académica lo cual no resultaría en una mejor salud para ellos.
El valor que puedan llegar a tener estos modelos radica en el uso que se le de a la información obtenida. Gracias al modelo podemos entender qué factores impactan positivamente y cuáles negativamente en la calidad de sueño de los jóvenes. Una vez que se conocen estos factores el primer reto es lograr que los jóvenes los conozcan, entiendan su relevancia y en base a eso puedan mejorar sus hábitos en búsqueda de incrementar la calidad de su descanso y así ver mejoras en distintos ámbitos de su vida.
###Reflexión sobre la viabilidad de las recomendaciones Si bien estas recomendaciones tienen el potencial de mejorar significativamente la salud del sueño de los adolescentes, existen ciertos desafíos en su implementación. Ajustar los horarios escolares puede generar resistencia por parte de las instituciones educativas, y modificar hábitos digitales requiere colaboración de la industria tecnológica. Además, las normas culturales sobre el uso de pantallas y la presión académica pueden dificultar cambios rápidos.
En términos de viabilidad, la educación sobre la higiene del sueño y la concienciación de los padres pueden implementarse de manera relativamente sencilla a través de campañas informativas y cambios en los programas escolares. Sin embargo, la regulación de horarios escolares y la reducción del uso de pantallas requieren una mayor coordinación y compromiso de múltiples actores, incluyendo docentes, familias y empresas tecnológicas. Las limitaciones del modelo incluyen la dificultad de modificar hábitos profundamente arraigados en los adolescentes y sus familias, así como la resistencia de la industria tecnológica a implementar cambios que reduzcan el tiempo de uso de dispositivos digitales.
Si se logra una implementación efectiva, estas estrategias podrían reducir la fatiga diurna, mejorar el desempeño académico y contribuir al bienestar general de los adolescentes. Además, al abordar la salud del sueño de manera integral, se podrían generar beneficios a largo plazo en la salud mental y física de esta población. La clave será la colaboración entre educadores, familias, responsables de políticas y la industria digital para generar un cambio estructural sostenible.
El estudio presenta un enfoque innovador para comprender la salud del sueño en adolescentes mediante la dinámica de sistemas, lo que permite una visión más completa del problema. Entre sus fortalezas destaca la inclusión de múltiples actores en la construcción del modelo, lo que proporciona un panorama más realista de los factores que influyen en el sueño de los adolescentes. Además, el uso de diagramas de bucles causales facilita la identificación de relaciones clave y posibles puntos de intervención.
No obstante, el estudio también presenta algunas áreas de mejora. La recopilación de datos se basa en talleres y cuestionarios, lo que puede introducir sesgos en los resultados obtenidos. Asimismo, aunque se identifican diversos puntos de intervención, la implementación de estos cambios puede enfrentar barreras institucionales y culturales que no se abordan en profundidad en el análisis.
El aprendizaje derivado de este enfoque resalta la utilidad de la dinámica de sistemas para abordar problemas complejos con múltiples interacciones. Este enfoque podría aplicarse a otros ámbitos, como la salud mental de los adolescentes, el impacto del uso de redes sociales o la regulación de hábitos alimenticios. La combinación de pensamiento sistémico con datos empíricos es clave para diseñar políticas públicas más efectivas y sostenibles.