El reconocimiento óptico de caracteres (OCR) es una tecnologia utilizada para convertir diferentes tipos de documentos, como imagines, documentos impresos escaneados, fotografías de texto, archivos PDF, o imàgines capturadas con una camara en datos editables y buscables
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texto1## [1] "Y allí estaba, persiguiendo su barco de papel por el lado izquierdo de Witcham Street. Corría\ndeprisa, pero el agua le ganaba y el barquito estaba sacando ventaja. Oyó un rugido profundo y\nvio cómo cincuenta metros más adelante, colina abajo, el agua de la cuneta se precipitaba\ndentro de una boca de tormenta que aún continuaba abierta. Era un largo semicírculo oscuro\nabierto en el bordillo de la acera y mientras George miraba, una rama desgarrada, con la corteza\noscura y reluciente se hundió en aquellas fauces. Allí pendió por un momento y luego se deslizó\nhacia el interior. Hacia allí se encaminaba su bote.\n\n—iMierda! —chilló horrorizado.\n\nForzó el paso y, por un momento, pareció que iba a alcanzar al barquito. Pero uno de sus pies\nresbaló y George cayó despatarrado despellejándose la rodilla con un grito de dolor. Desde su\nnueva perspectiva, a la altura del pavimento, vio que su barco giraba en redondo dos veces,\nmomentáneamente atrapado en otro remolino, antes de desaparecer.\n\n—i¡Mierda y más mierda! —volvió a chillar, estrellando el puño contra el pavimento.\n\nEso también dolió, y se echó a sollozar. ¡Qué manera tan estúpida de perder el barco!\n\nSe levantó para caminar hacia la boca de tormenta y allí se dejó caer de rodillas, para mirar hacia\nel interior. El agua hacía un ruido hueco y húmedo al caer en la oscuridad. Ese sonido le daba\nescalofríos. Hacía pensar en..\n\n—iEh!\n\nLa exclamación le fue arrancada como con un cordel. Retrocedió.\n\nAllí adentro había unos ojos amarillos. Ese tipo de ojos que él siempre imaginaba, sin verlos\nnunca, en la oscuridad del sótano. Es un animal —pensó, incoherente—,; eso es todo: un animal; a lo\nmejor un gato que quedó atrapado...\n\nDe todos modos, estaba por echar a correr; habría corrido uno o dos segundos, cuando su\ntablero mental se hubiera hecho cargo del espanto que le produjeron esos dos ojos amarillos y\nbrillantes. Sintió la áspera superficie del pavimento bajo los dedos y la fina lámina de agua fría\nque corría alrededor. Se vio a sí mismo levantándose y retrocediendo. Y fue entonces cuando\nUna voz, Una voz perfectamente razonable y bastante simpática, le habló desde dentro de la\nboca de tormenta:\n\n—Hola, George —dijo.\n\nGeorge parpadeó y volvió a mirar. Apenas podía dar crédito a lo que veía; era como algo sacado\nde un cuento o de una película donde uno sabe que los animales hablan y bailan. Si hubiera\ntenido diez años más, no habría creído en lo que estaba viendo; pero no tenía dieciséis años, sino\nseis.\n\nEn la boca de tormenta había un payaso. La luz distaba de ser buena, pero bastó para que\nGeorge Denbrough estuviese seguro de lo que veía. Era un payaso, como en el circo o en la tele.\nParecía una mezcla de Bozo y Clarabell, el que hablaba haciendo sonar su bocina en Howdy\nDoody, los sábados por la mañana. Búfalo Bob era el único que entendía a Clarabell, y eso\nsiempre hacía reír a George. La cara del payaso metido en la boca de tormenta era blanca; tenía\ncómicos mechones de pelo rojo a cada lado de la calva y una gran sonrisa de payaso pintada\n"
## [1] "alrededor de la boca. Si George hubiese vivido años después, habría pensado en Ronald\nMcDonald antes que en Bozo o en Clarabell\n\nEl payaso tenía en una mano un manojo de globos de todos los colores, como tentadora fruta\nMadura.\n\nEn la otra, el barquito de papel de George.\n\n—¿Quieres tu barquito, Georgie? —El payaso sonreía\n\nGeorge también sonrió. No podía evitarlo; aquella sonrisa era del tipo que uno devuelve sin\nquerer.\n\n—Por supuesto.\n\nEl payaso se echó a reír.\n\n—«Por supuesto». ¡Así me gusta! ¡Así me gusta! ¿Y un globo? ¿Qué te parece? ¿Quieres un globo?\n—Bueno.. sí, por supuesto. —Alargó la mano, pero de inmediato la retiró contra su voluntad—. No\ndebo coger nada que me ofrezca un desconocido. Lo dice mi papá.\n\n—Y tu papá tiene mucha razón —replicó el payaso de la boca de tormenta sonriendo. George se\npreguntó cómo podía haber creído que sus ojos eran amarillos, si eran de un color azul brillante,\nbailarín, como los ojos de su mamá y de Bill —. Muchísima razón, ya lo creo. Por lo tanto, voy a\npresentarme. George, soy el señor Bob Gray, también conocido como Pennywise, el payaso\nBailarín. Pennywise, te presento a George Denbrough. George, te presento a Pennywise. Y ahora\nya nos conocemos. Yo no soy un desconocido y tú tampoco. ¿Correcto?\n\nGeorge soltó una risita.\n\n—Correcto. —Volvió a estirar la mano.. y a retirarla—. ¿Cómo te metiste allí adentro?\n\n—La tormenta me trajo volaaaando —dijo Pennywise, el payaso Bailarín—. Se llevó todo el circo.\n¿No sientes olor a circo, George?\n\nGeorge se inclinó hacia adelante. ¡De pronto olía a cacahuetes! ¡Cacahuetes tostados! ¡Y vinagre\nblanco, del que se pone en las patatas fritas por un agujero de la tapa! Y olía a algodón de\nazúcar, a buñuelos, y también, leve, pero poderosamente, a estiércol de animales salvajes. Olía el\naroma regocijante del aserrín. Y sin embargo..\n\nSin embargo, bajo todo eso olía a inundación, a hojas deshechas y a oscuras sombras en bocas\nde tormenta. Era un olor húmedo y pútrido. El olor del sótano.\n\nPero los otros olores eran más fuertes.\n\n—Claro que lo huelo —dijo.\n\n—¿Quieres tu barquito, George? —preguntó Pennywise—. Te lo pregunto otra vez porque no\npareces desearlo mucho.\n"
## [1] "alrededor de la boca. Si George hubiese vivido años después, habría pensado en Ronald\nMcDonald antes que en Bozo o en Clarabell\n\nEl payaso tenía en una mano un manojo de globos de todos los colores, como tentadora fruta\nMadura.\n\nEn la otra, el barquito de papel de George.\n\n—¿Quieres tu barquito, Georgie? —El payaso sonreía\n\nGeorge también sonrió. No podía evitarlo; aquella sonrisa era del tipo que uno devuelve sin\nquerer.\n\n—Por supuesto.\n\nEl payaso se echó a reír.\n\n—«Por supuesto». ¡Así me gusta! ¡Así me gusta! ¿Y un globo? ¿Qué te parece? ¿Quieres un globo?\n—Bueno.. sí, por supuesto. —Alargó la mano, pero de inmediato la retiró contra su voluntad—. No\ndebo coger nada que me ofrezca un desconocido. Lo dice mi papá.\n\n—Y tu papá tiene mucha razón —replicó el payaso de la boca de tormenta sonriendo. George se\npreguntó cómo podía haber creído que sus ojos eran amarillos, si eran de un color azul brillante,\nbailarín, como los ojos de su mamá y de Bill —. Muchísima razón, ya lo creo. Por lo tanto, voy a\npresentarme. George, soy el señor Bob Gray, también conocido como Pennywise, el payaso\nBailarín. Pennywise, te presento a George Denbrough. George, te presento a Pennywise. Y ahora\nya nos conocemos. Yo no soy un desconocido y tú tampoco. ¿Correcto?\n\nGeorge soltó una risita.\n\n—Correcto. —Volvió a estirar la mano.. y a retirarla—. ¿Cómo te metiste allí adentro?\n\n—La tormenta me trajo volaaaando —dijo Pennywise, el payaso Bailarín—. Se llevó todo el circo.\n¿No sientes olor a circo, George?\n\nGeorge se inclinó hacia adelante. ¡De pronto olía a cacahuetes! ¡Cacahuetes tostados! ¡Y vinagre\nblanco, del que se pone en las patatas fritas por un agujero de la tapa! Y olía a algodón de\nazúcar, a buñuelos, y también, leve, pero poderosamente, a estiércol de animales salvajes. Olía el\naroma regocijante del aserrín. Y sin embargo..\n\nSin embargo, bajo todo eso olía a inundación, a hojas deshechas y a oscuras sombras en bocas\nde tormenta. Era un olor húmedo y pútrido. El olor del sótano.\n\nPero los otros olores eran más fuertes.\n\n—Claro que lo huelo —dijo.\n\n—¿Quieres tu barquito, George? —preguntó Pennywise—. Te lo pregunto otra vez porque no\npareces desearlo mucho.\n"
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