Una de las necesidades más básicas del ser humano es la necesidad de seguridad. Abraham Harold Maslow, por ejemplo, sugiere que las necesidades humanas se ordenan a sí mismas en forma jerárquica, de manera que cada estado de satisfacción está subordinado a la satisfacción/insatisfacción de otros estados (Maslow 1943).
En lo que se conoce como la pirámide de Maslow la seguridad forma el segundo nivel de la pirámide. Es decir que, según Maslow, satisfacer nuestras necesidades de seguridad es fundamental para poder alcanzar niveles más elevados de satisfacción.
Desde luego, en el contexto planteado por Maslow, tiende a interpretarse esta necesidad por la seguridad como una necesidad de preservar la seguridad física (aunque no es así). En nuestro caso, nos interesa enfocarnos en la seguridad financiera. La motivación sigue siendo la misma. Pensemos, ¿cómo podemos enfocarnos en hacer crecer nuestro patrimonio, en invertir, si estamos constantemente asediados por la preocupación de cómo salir adelante ante un evento fortuito como una enfermedad, un accidente o la muerte de una persona (financieramente) importante para nosotros?
Para poder entrar en materia es necesario primero que reflexionemos también un poco sobre la naturaleza del riesgo.
¿Qué es el riesgo?
Del ant. riesco ‘risco’, por el peligro que suponen. 1. m. Contingencia o proximidad de un daño. 2. m. Cada una de las contingencias que pueden ser objeto de un contrato de seguro. (Real Academia Española 2022)
Si pensamos en un risco entonces, ¿quisiéramos estar así?
O, ¿así?
Actividad 1: ¿a qué riscos estoy expuesto/expuesta?
Hemos dado un primer paso en la administración de nuestros riesgos personales: los hemos identificado.
Algo que no nos dice la definición de la RAE es que normalmente percibimos o valoramos (medimos) los riesgos en función de dos cosas:
Actividad 2: regresa a la lista de riesgos que identificaste, ¿qué tan frecuentes son? ¿Qué tan severos? ¿Cómo determinaste la frecuencia / severidad?
Habiendo entonces identificado y valorado los riesgos a los que estoy expuesto, ¿cuál es el siguiente paso lógico que debo seguir?
Desde luego, actuar en consecuencia. Es decir, tomar una decisión respecto de lo que más me conviene hacer para enfrentar estos riesgos. Es natural, difícilmente me va a convenir actuar igual ante todos los riesgos: algunos me interesará eliminarlos de raíz, no exponerme; ante otros, quizá, el camino más razonable (a caso el único posible) será disminuir mi exposición ante ellos; puedo también disminuir el impacto que estos riesgos tengan en mí compartiendo el riesgo con alguien más; finalmente, algunos, quizá me resulte conveniente no hacer nada al respecto (recordemos que un principio fundamental en finanzas es que, sin riesgo, no hay ganancia).
De manera más formal, decimos que existen cuatro grandes categorías de acciones a realizar ante un determinado riesgo. Podemos:
Evitarlos: por ejemplo, si no quiero experimentar la pérdida de mi auto por robo, puedo no comprarme un auto. O no practicar montañismo, si no deseo correr el riesgo de accidentarme en una montaña (o de plano evitar en lo absoluto ir a las montañas). Notemos que al evadir el riesgo por completo estamos incurriendo en un costo, nos estamos privando de algo (nos estamos privando de la comodidad de gozar de un automóvil privado, por ejemplo).
Reducirlos / mitigarlos: nos referimos aquí a la decisión de llevar a cabo acciones que reduzcan las probabilidades de que el riesgo se materialize, o bien, las consecuencias en caso de que el riesgo se llegue a materializar. Desde luego, la primera acción que podemos tomar para mitigar el riesgo es reducir nuestra exposición a él. Por ejemplo, puedo buscar estacionar mi auto siempre en estacionamientos públicos evitando dejarlo en la calle con frecuencia. O puedo reducir mis actividades de montañismo a un número muy reducido al año, o comprometerme solamente a paseos recreativos (de menor riesgo) o en montañas de baja dificultad. En otro contexto, puedo invertir en sistemas anti-incendios si lo que me preocupa es que el local en el que tengo mi negocio se incendie. Otras medidas pueden no requerir una inversión física, pero sí en términos de tiempo y capital humano, por ejemplo, en diseñar, documentar y promover políticas y procedimientos de seguridad en mi negocio tanto para clientes como para empleados, mínimizando así actitudes de riesgo de incendios. Claramente, al tomar la decisión de mitigar el riesgo estoy incurriendo, quizá ya de manera más obvia en costos.
En el caso del montañismo, si decido participar en actividades de montaña con menor frecuencia, ¿realmente estoy reduciendo el riesgo?
Los seguros son, desde luego, el instrumento en el que centraremos nuestra atención en este módulo. Por cierto, ¿con quién compartimos el riesgo cuando contratamos un seguro?
Es importante saber (aunque lo platicaremos con más calma más adelante) que no todos los riesgos son asegurables. Por lo que esta opción no siempre estará disponible.
Volvamos a enfatizar un punto muy importante: ¿realmente estoy transfiriendo / compartiendo el riesgo? No, estoy compartiendo las consecuencias financieras de la ocurrencia del evento de riesgo. En el caso del robo de automóvil es, quizá, poco relevante esta diferencia. ¿Qué sucede en un seguro de salud? ¿Es lo mismo mitigar en este caso las consecuencias financieras y las consecuencias reales/físicas del riesgo?
Como puedes ver, algo muy importante a tomar siempre en cuenta es que puedo realizar más de una acción simultáneamente ante un determinado riesgo. Para saber qué tanto tengo que invertir en la protección ante el riesgo, tengo que haberlo identificado y valorado previamente.
Actividad 3: regresa nuevamente a la lista de riesgos que identificaste y valoraste, ¿has tomado ya alguna acción en relación a esos riesgos? ¿Cuál? En caso contrario, ¿qué acción crees que ameritan?
Actividad 4: antes de comenzar a platicar a fondo sobre seguros, reflexiona si tienes actualmente algún seguro contratado y, de ser así:
Haz una lista de los seguros que tienes contratados.
Regresa a tu lista de riesgos y “crúzala” contra tu lista de seguros. ¿Son todos los que están y están todos los que son? Completa lo que consideres necesario.
Aleatorio: se dice que es aleatorio porque tanto los beneficios de su contratación como algunas de las obligaciones que acarrean (para ambas partes) dependen de un acontecimiento incierto.
Bilateral: porque genera derechos y obligaciones para el asegurado y el asegurador.
De tracto sucesivo: obliga a las partes durante un periodos sucesivos de tiempo.
Oneroso: ambas partes tienen obligaciones y beneficios económicos.
Consensual: ambas partes manifiestan su consentimiento.
De adhesión: una de las partes redacta unas condiciones generales no negociables o modificables, mientras que la otra parte se adhiere a dichas condiciones generales.
De buena fe: las partes se compromenten a brindar información verídica.
Quizás más importante que la definición legal en sí, se importante saber que un seguro es un contrato muy especial que, en México, solamente podemos firmar con una aseguradora.
¿Por qué es esto?
Porque el contrato de seguro busca proteger, no es una inversión ni una apuesta. Las compañías de seguros están sometidas a un marco regulatorio que busca garantizar que esta protección se de (OJO: esto no significa que no haya competencia o fraude en el sector).
Para enteder mejor esto pensemos en cómo se logra esta protección. El principal mecanismo de protección del contrato de seguros es la agregación de los riesgos. Esencialmente, lo que una aseguradora hace es juntar en un grupo razonablemente grande a un conjunto de personas que enfrentan riesgos parecidos. Generalmente se espera que en este conjunto de personas no se materialicen los riesgos de manera simultánea por lo que, mediante un pago individual significativamente pequeño (en comparación con el riesgo) es posible juntar todos estos pagos y, con esta vaquita, resarcir los daños sufridos por quienes sí hayan sufrido algún siniestro.
Esto es muy importante, podemos verlo casi como que no es la aseguradora la que paga, sino que son lo asegurados. Si lo vemos así, la aseguradora solamente administra estos pagos, y por eso cobra una comisión. En la realidad esto no es estrictamente así, porque si la aseguradora enfrenta una menor siniestralidad de la pronosticada, la primas cobradas en exceso sí forman parte de sus utilidades. Sin embargo, también en la realidad podemos ver que, en mercados competidos, las aseguradoras procuran que sus productos estén lo mejor diseñados posible de manera que el precio incluya los pronósticos más acertados y no se cobre de más a los asegurados.
Ahora, si el seguro fuera una inversión o una apuesta, con mucha frecuencia no habría recursos suficientes para realizar los pagos. Si el seguro lo pudiera emitir cualquier persona o empresa, ¿cómo se podría garantizar que se apegaran a los buenos principios de administración de riesgos?
Son instrumentos financieros diseñados para compartir el riesgo. Lo compartimos con la población de asegurados de la compañía. En principio, esta característica debería hacer mucho más eficiente pagar el seguro que, por ejemplo, yo establecer un fondo de ahorro para cubrir mi riesgo.
Son productos estadísticamente (actuarialmente) diseñados. Nuevamente, en principio, no pago ni más ni menos que lo correspondiente a la probabilidad de que ocurra un siniestro de la severidad establecida en el contrato.
Son emitidos por empresas (aseguradoras) que son supervisadas y respecto de las cuales cuento con infraestructura institucional para quejarme, en caso de inconformidades.
Existen profesionales especializados que me pueden guiar en mi decisión de compra / necesidades.
Podemos asegurar, entonces, prácticamente cualquier cosa, pero tradicionalmente se clasifica a los seguros en ramos:
Vida
Muerte: seguros de vida.
Vida (sobrevivencia): dotales puros.
Dotales mixtos.
Planes flexibles.
Pensiones
Salud
Accidentes personales
Gastos médicos mayores
Gastos médicos menores
Daños
Autos
Responsabilidad civil
Inmuebles
Transporte de mercancías
Garantía financiera
Crédito (en general)
Crédito a la vivienda
Ahora bien, independientemente de que exista un seguro para lo que me interesa asegurar, es fundamental saber que solamente puedo asegurar aquello sobre lo que tengo un interés asegurable.
Algunos otros elementos importantes del contrato de seguro son:
Todos estos elementos del contrato (salvo por las condiciones generales) los podemos encontrar en la póliza del seguro (en particular en la carátula de la póliza).
Actividad 5: veamos una carátula y condiciones generales.
No es (no debería ser) un vendedor de seguros. Es un asesor.
Debe ser una persona que nos transmita:
Confianza
Conocimiento
Servicio
Puedes encontrar información en la AMASFAC.
Actividad 6: ¿quiénes tienen un asesor?¿Quiénes han adquirido productos de “paquete”?¿Cuáles?
En primer lugar, en mi opinión, creo que realmente no hay muchas, porque ya vimos que el seguro es el instrumento diseñado específicamente para una de las acciones a tomar ante los riesgos financieros1 (transferir) … pero depende de cada situación en lo particular.
Las alternativas están, entonces, realmente en las acciones que podemos tomar respecto de los riesgos. Si volvemos a nuestro “mapa” de riesgos recordaremos que marcamos las acciones como:
Podemos (debemos) entonces ver a los seguros como herramientas complementarias a:
Recordemos algunos de los puntos más importantes de los que hemos platicado en este módulo:
Actividad 6: ¿qué cosas puedo mejorar de la gestión de mis seguros?
Observen que en estas sesiones hemos recorrido los pasos generales que sigue cualquier administrador de riesgos: identificación, medición y respuesta a los riesgos (mitigación). Para completar el proceso es necesario añadir el seguimiento o monitoreo y la planeación.
Un administrador de riesgos profesional dedica todo su día laboral a estas tareas y cuenta con conocimientos especializados, entrenamiento, equipo, herramientas, etc. Pero ustedes cuentan ya con herramientas básicas que, espero, les ayuden a administrar de mejor manera sus riesgos personales.
Iniciamos este módulo con una reflexión de Maslow sobre la percepción de las necesidades en las personas. Terminaremos también con una “advertencia” de Maslow:
La neurosis en la cual la búsqueda por la seguridad adopta su mayor forma es la neurosis obsesiva-compulsiva. La personalidad obsesiva-compulsiva intenta desesperadamente ordenar y estabilizar el mundo de manera que ningún peligro inmanejable, inesperado o ajeno aparezca nunca […]. Lo que podemos observar únicamente como una fuerte preferencia en una persona sana […] se convierte en una necesidad de vida o muerte en casos anormales.
Desde luego, en finanzas existen otras alternativas para transferir el riesgo (por ejemplo, los productos derivados), pero es muy importante señalar que estos son productos financieros muy sofisticados y que tienen sus propias ventajas y desventajas al compararlos contra los seguros.↩︎